«Tener depresión es el pecado!»
¿Alguna vez has oído a alguien decir eso? Hace unos años, al subir por la rampa de la iglesia a la que asistía, oí a dos mujeres hablando que decían exactamente eso. Qué pensamiento tan triste!
Más lamentable aún es saber que otras personas piensan lo mismo. Incluso la gente que tienen seres queridos que sufren de depresión, e incluso las personas que sufren de este trastorno. Imagínese el tamaño de la culpa y la ansiedad que se produce debido a una comprensión errónea de lo que es este problema.
¡No! La depresión no es un pecado. Y sí, se puede tener una relación con Dios y ser víctima de este mal que ha llegado a gran parte de la población mundial.
Los cambios fisiológicos, la pérdida de un ser querido, el descubrimiento de una enfermedad grave, pérdida de empleo, problemas de pareja, un embarazo para el que no está preparado. Estos son sólo algunos de los factores que pueden estar asociados con el desarrollo de la depresión. Además, el estrés y la ansiedad a menudo se asocian también a este problema.
El diagnóstico de depresión es hecho por un médico profesional o psicólogo. Existen criterios bien definidos que sea dado un diagnóstico de éstos. Se necesita una cierta cantidad de síntomas en un período de tiempo determinado. También se evalúan otros posibles trastornos o problemas de salud, para que los síntomas no sean confundidos por alguna otra condición en la que el paciente este. No cualquier tristeza o cambio en el estado de ánimo que se diagnostica como depresión.
Para el tratamiento de la depresión el paciente está sometido a psicoterapia, que tiene como objetivo ayudar a desarrollar habilidades para lidiar con los problemas de su entorno, con lo que le ha afectado negativamente, y a trabajar por lo que la causa del problema, no sólo el síntoma. En algunos casos, tal vez el medicamento que debe ser debe ser recetado por un médico. Incluso los pacientes medicados necesitan psicoterapia, una vez que el medicamento no resuelva la causa del problema (a menos que la causa sea solo química).
Aunque no es un pecado tener depresión, es pecado descuidar la atención de la salud, incluida la salud mental. Una vez que la depresión esta fija adentro y no se trata, los síntomas (estado de ánimo deprimido, pérdida de interés o placer en la realización de las tareas de la vida diaria, disminución de la capacidad para pensar, pensamientos de muerte, etc.) tienden a poner en peligro la relación con Dios y la utilidad del paciente para su obra. Perder el deseo de leer la Biblia, e incluso la capacidad para concentrarse en su lectura. Los pensamientos se centran principalmente en los aspectos negativos, cuando la recomendación bíblica es pensar en lo que es bueno (Filipenses 4: 8; Colosenses 3: 2), y uno está inmerso en la desesperación.
Sin embargo, la relación con Dios y la participación en su obra son excelentes remedios para la depresión.En la relación con Dios encontramos la esperanza de que rechaza la desesperanza de la depresión, y la alegría que distancia de la tristeza, y la seguridad que echa fuera el temor. En el servicio del Señor, nos centramos en los beneficios a otros y dejamos de mirar a nosotros mismos, podemos tener una perspectiva más positiva de la vida, más allá del sentido de la utilidad que una vida de servicio nos trae.
Muy buen mensaje.