No hay en la iglesia adventista de hoy un asunto que cause tantos conflictos y divisiones como el de la forma apropiada de rendirle culto a Dios. Semanalmente recibo correos electrónicos, cartas y llamadas de miembros en todo el mundo que expresan disgusto y aun desesperación porque sus iglesias locales han reemplazado un estilo de culto tradicional con uno contemporáneo. Un sinnúmero de miembros se queja porque ya no pueden hallar una iglesia en su área donde puedan adorar a Dios con reverencia y escuchar un buen sermón doctrinal. Muchos de los que se han comunicado conmigo se quejan porque, según ellos, algunos miembros influyentes en sus iglesias locales ya no quieren oír sermones doctrinales y/o proféticos, ni desean que se usen los escritos de Elena G. de White desde el púlpito. Además, dicen que los cultos se han tornado irreverentes y en algunos casos revoltosos.
Contenido
- Prefacio
- 1. El Mensaje a la Iglesia de Filadelfia
- 2. Elena G. de White y el Mensaje a Filadelfia
- 3. Sucesos Preocupantes en la Iglesia
- 4. El Clamor de Medianoche y el Fuerte Clamor
- 5. Un Fundamento Seguro
- Epílogo
- Apéndices
No obstante, mucha de la discusión sobre este tema gira alrededor de asuntos periféricos y abunda en preguntas tales como:
- ¿Por qué no es aceptable usar instrumentos de percusión en el culto?
- ¿Por qué es incorrecto usar música cristiana contemporánea?
- ¿Qué tiene de malo emplear en el culto métodos tales como dramas, pantomimas, marionetas, payasos, magos y baile para impartir el mensaje del evangelio?
- ¿Por qué es indebido usar música de alabanza de otros cristianos en vez de usar los himnos tradicionales que se encuentran en el Himnario Adventista?
- ¿Acaso no es la letra lo que importa y no la música en sí?
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