Pág. 10 (Según Víctor H)
Y ahora ¿qué es lo que los platillos voladores le agregan a esta ya horrenda escena? Bien que sean mecanismos producidos en el cielo o en la tierra, vehículos interplanetarios del espacio, éstos pintan aun una más horrenda escena para el pecador. Uno puede ser incrédulo, y otro puede sorprenderse al pensar que el cielo tiene platillos voladores. Pero, ¿por qué sorprenderse? Si Dios ha dado al hombre el conocimiento de desarrollar mecanismos aéreos, nadie puede razonablemente suponer que el cielo no tenga platillos voladores insuperablemente superiores. No debemos olvidar que fue lo que cubrió todo un monte en los días de Eliseo (2 Reyes 6:17), y para estar bien seguros, Eliseo los llamó carros de fuego, y si éstos no fueron platillos voladores, o algún tipo de ellos, ¿cómo entonces fue que éstos llegaron a la tierra? No importa como alguien los quiera llamar, lo que cuenta es lo que ellos son y lo que hacen.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
¿QUÉ DICE LA SIERVA DEL SEÑOR?
Aterrorizado, el siervo comunicó las noticias a Eliseo diciendo: » ¡Ah, Señor mío! ¿qué haremos?»
Respondió el profeta: «No hayas miedo: porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.» Y para que el siervo reconociese esto por su cuenta, «oró Eliseo, y dijo: Ruégote, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del mozo, y miró: y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.»
Entre el siervo de Dios y las huestes de enemigos armados había un círculo protector de ángeles celestiales. Habían descendido con gran poder, no para destruir, ni para exigir homenaje, sino para rodear y servir a los débiles e inermes siervos del Señor.
Cuando los hijos de Dios se ven puestos en estrecheces, y a todas luces no pueden escapar, deben confiar tan sólo en el Señor.
Mientras la compañía de soldados sirios avanzaba audazmente, incapaz de ver las huestes del cielo, «oró Eliseo a Jehová, y dijo: Ruégote que hieras a esta gente con ceguedad. E hiriólos con ceguedad, conforme al dicho de Eliseo. Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es ésta la ciudad; seguidme, que yo os guiaré al hombre que buscáis. Y guiólos a Samaria. P Y R Pág. 193
CONCLUSIÓN: EL “Profeta” Houteff, erró,
Pág. 11 (Según Victor H)
¿Y si los platillos voladores son realmente del Señor, entonces a qué más vienen, sino a liberar a todos aquellos que se hallen escritos en el libro. (Dan.12:1) y a destruir a los que los oprimen? (Isa. 66:16). Pero si acaso todavía ninguno ha llegado del cielo, nada puede ser más cierto de que el día se apresura grandemente cuando éstos han de llegar.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
1 En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. (Dan. 12: 1)
16 Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados. (Isa. 66: 16)
CONCLUSIÓN: EL “Profeta” Houteff, está usando los dos anteriores textos para reforzar una falsedad, los textos son usados fuera de contexto. El “Profeta” erró.
Pág. 14 Interpretando la parábola de la viña de Mateo 20:1-16 (Según Víctor H)
Y ahora para encontrar a qué hora se nos dijo, “Id también a la viña,” debemos determinar desde el principio de este estudio (que nos indica también ir a trabajar), en que tiempo comienza la parábola y donde termina. Para adquirir este conocimiento vital, solamente tenemos que considerar los hechos que nos amplían el tema en su secuencia, es decir, que la noche parabólica, la cual precede al día parabólico, debe necesariamente ser el período antes que la luz espiritual del mundo surgiera, es decir, la Biblia, -antes que la luz de las Escrituras, la Palabra escrita de Dios, empezara a brillar en los corazones de los hombres. Porque antes de ese tiempo, debemos recordar, la voluntad de Dios fue transmitida no a través de la Biblia, sino a través de padres a hijos, así como la luz del sol durante la noche es transmitida a la tierra por medio de la luna en vez de directamente por el sol. Es por esta razón que el tiempo antes de la Biblia ha sido llamado el tiempo de la tradición oral. Pero el día de labor obviamente representa el período en el cual “la Luz del mundo,” la Biblia misma, alumbra el sendero del hombre. Así es que en su parábola, el Maestro, el Señor de la viña, considera las dispensaciones del Antiguo y Nuevo Testamento como el único período del día de todo el tiempo de gracia, en el cual Él va a la plaza cinco veces consecutivamente a contratar a los siervos para que trabajen en su viña.
¿CÓMO INTERPRETA LA HERMANA WHITE?
No es la cantidad de trabajo que se realiza o los resultados visibles, sino el espíritu con el cual la obra se efectúa lo que le da valor ante Dios. Los que vinieron a la viña a la hora undécima estaban agradecidos por la oportunidad de trabajar. Sus corazones estaban llenos de gratitud hacia la persona que los aceptó; y cuando al final de la jornada el jefe de la casa les pagó por el día entero, estaban grandemente sorprendidos. Sabían que no habían ganado ese salario. Y la bondad revelada en el semblante de su empleador los llenó de gozo. Nunca olvidaron la bondad del dueño de la casa, ni la generosa recompensa que habían recibido. Esto es lo que ocurre con el pecador que, conociendo su falta de méritos, ha entrado en la viña del Señor a la hora undécima. Su tiempo de servicio parece muy corto, no se siente digno de recompensa alguna, pero está lleno de gozo porque por lo menos Dios lo ha aceptado. Trabaja con un espíritu humilde y confiado, agradecido por el privilegio de ser un colaborador de Cristo. Dios se deleita en honrar este espíritu.
El Señor desea que confiemos en él sin hacer preguntas con respecto a nuestra recompensa. Cuando Cristo mora en el alma, el pensamiento de recompensa no primará. Este no es el motivo que impulsa nuestro servicio. Es cierto que, en un sentido secundario, debemos tener en cuenta la recompensa. Dios desea que apreciemos las bendiciones que nos ha prometido. Pero no quiere que estemos muy ansiosos por la remuneración, ni que pensemos que por cada deber hemos de recibir un galardón. No debemos estar tan ansiosos de obtener el premio, como de hacer lo que es recto, independientemente de toda ganancia. El amor a Dios y a nuestros semejantes debe ser nuestro motivo. PVGM Pág. 329-330
PÁG. 16 “Los siervos de la primera hora” (Según Víctor H)
SIERVOS DE LA PRIMERA LLAMADA: Ya hemos visto que la Biblia es “la Luz (espiritual) del mundo,” la cual forma el día parabólico. Además todos sabemos que la Biblia llegó en el tiempo del movimiento del Éxodo, y también que desde su llegada, el Señor no hizo trato, por así decirlo, con ningún otro pueblo, y ellos fueron los únicos a quienes Él les dio el cometido del pacto ceremonial, sus recompensas y promesas. Por lo tanto, ineludiblemente el primer grupo de la parábola son los que fueron a trabajar “temprano en la mañana,” al nacimiento de la luz espiritual, la Biblia, y con los que se hizo el trato para recibir un denario al día; fue el Israel antiguo cuando estaban saliendo de Egipto, el tiempo del cual fue temprano en el día parabólico. Y en armonía el Espíritu de Profecía declara: “Los judíos habían sido llamados primero a la viña del Señor” –Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 330.
¿CÓMO LO INTERPRETA LA HERMANA WHITE?
Los primeros trabajadores de la parábola representan a aquellos que, a causa de sus servicios, exigen que se los prefiera sobre los demás. Realizan su obra con espíritu de congratulación propia, y no ponen en ella abnegación y sacrificio. Pueden haber profesado servir a Dios durante toda su vida; pueden haber sido delanteros en soportar duros trabajos, privaciones y pruebas, y por lo tanto se creen merecedores de una gran recompensa. Piensan más en el pago que en el privilegio de ser siervos de Cristo. Según ellos, sus labores y sacrificios los hacen acreedores a un honor mayor que los demás, y debido a que esta pretensión no es reconocida, se ofenden. Si pusieran en su trabajo un espíritu amante y confiado, continuarían siendo los primeros, pero su disposición a quejarse y protestar es contraria al espíritu de Cristo, y demuestra que ellos son indignos de confianza. Revelan su deseo de engrandecimiento personal, su desconfianza en Dios, sus celos y mala voluntad hacia sus hermanos. La bondad y la liberalidad del Señor es para ellos sólo motivo de murmuración. Así muestran que no hay relación entre sus almas y Dios. No conocen el gozo de cooperar con el Artífice Maestro.
No hay nada más ofensivo para Dios que este espíritu estrecho y egoísta. El no puede trabajar con nadie que manifieste estos atributos. Los que los albergan son insensibles a la influencia de su Espíritu.
Los judíos habían sido llamados primero a la viña del Señor; y por causa de eso eran orgullosos y justos en su propia opinión. Consideraban que sus largos años de servicio los hacía merecedores de una recompensa mayor que los demás. No los exasperaba más que una insinuación de que los gentiles habían de ser admitidos con iguales privilegios que ellos en las cosas de Dios.
Cristo amonestó a los discípulos que fueron llamados en primer término a seguirle, a que no se acariciase entre ellos el mismo mal. El vio que un espíritu de justicia propia seria la debilidad y la maldición de la iglesia. Los hombres pensarían que podrían hacer algo para ganar un lugar en el reino de los cielos. PVGM PÁG. 330 – 331.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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