No es difícil comprender el interés que Dios tiene por su obra en este mundo y su solicitud por el bienestar de sus hijos. Sin embargo podemos perder, tal vez, de vista el hecho de que Satanás también observa el progreso del reino de Dios en la tierra con ávido interés y está siempre dispuesto a asestar golpes para retardar y desalentar a los obreros. Esto se vio especialmente en relación con la visión importante de «El Conflicto de los Siglos». He aquí la historia:
A principios de 1858, el pastor White y su esposa vivían en un suburbio de Battle Creek, estado de Míchigan, no lejos de la oficina de la Review and Herald. La señora de White, en la medida en que se lo permitía su tiempo, dedicaba su atención a escribir, y particularmente a preparar el relato de sus viajes, labores y visiones. Había de formar un libro de unas doscientas páginas. Siete años antes (1851) había publicado el folleto de sesenta y cuatro páginas en el cual presentó unas de las primeras visiones. Se llamó: «A sketch of the Christian Experience and Views of Ellen G. White,» (Un esbozo de la experiencia cristiana y visiones de Elena G. de White). Esto había sido seguido por un suplemento en 1845 y cuatro folletos de los «Testimonios», publicados en 1855 a 1857.
En febrero los esposos White se propusieron hacer una visita a Ohio para asistir a los congresos de Green Spring, Gilboa y Lovett’s Grove, comunidad de cierta encrucijada a siete kilómetros al norte de la ciudad de Bowling Green. La reunión de Lovett’s Grove fue anunciada para el sábado y el domingo, 13 y 14 de marzo y se celebraron en la escuela pública. Uno de nuestros evangelistas de aquel entonces, el pastor G. W. Holt, acababa de celebrar una serie de reuniones de dos semanas y cuarenta personas habían declarado su intención de guardar el sábado. La visita de los esposos White fue un acontecimiento esperado con mucha ansiedad. En tales ocasiones hablaba el pastor white y su esposa; iniciaba el discurso el pastor White, y seguía luego la Sra. White con exhortaciones y consejos.
Las reuniones del fin de semana fueron bien concurridas, y la gente recibió bendiciones. Luego se le pidió al pastor White que pronunciase la oración fúnebre en unas exequias que se iban a celebrar el domingo de tarde en la escuela. Cuando la gente se hubo congregado, el aula quedó atestada, y algunos no pudieron entrar. El pastor White presentó un discurso poderoso. Una vez que hubo concluido, la Sra. White se levantó para dirigirse al auditorio, sintiéndose impelida a hablar de la venida de Cristo, la resurrección y la esperanza del cristiano. Un sentimiento de solemnidad se apoderó de todo el auditorio y el cielo pareció estar muy cerca. Hubo una pausa en las observaciones de la Sra. White y la gente se inclinó hacia adelante para oír las siguientes palabras que caerían de sus labios.
Entonces se sorprendieron al oír la exclamación: «¡Gloria a Dios, gloria a Dios!» y la Sra. White estaba en visión.
La señora de White en visión
Durante dos horas, aquel domingo de tarde en aquella escuela atestada, Elena G. de White estuvo en visión. Por dos horas se olvidaron del funeral. Por dos horas la señora de White estuvo inconsciente de lo que la rodeaba. Por dos horas no respiró. Como en otras ocasiones, el pastor White explicó al auditorio sus visiones, comparando su experiencia con lo que le sucedía a los profetas antiguos. Explicó que ella nunca respiraba mientras estaba en visión, y que aunque sus ojos estaban abiertos y podía moverse con facilidad en la pieza, estaba completamente inconsciente de lo que la rodeaba. Invitó a los que querían hacerlo, a que se adelantasen y la observasen detenidamente. Así lo hicieron con ávido interés algunos del auditorio.
Los fenómenos relacionados con la visión eran del más profundo interés para todos los presentes. Observaron que el color de las mejillas de la señora White eran naturales y su pulso normal, pero que no respiraba. Un espejo mantenido cerca de sus labios y nariz, no recogía humedad; encendieron una vela y la mantuvieron cerca de su boca, pero la llama no vaciló; aunque en cortas exclamaciones, hablaba de lo que pasaba delante de ella en visión. Mientras andaba por la pieza, hacía movimientos armoniosos al hablar. Cuando se hizo una tentativa para moverle un brazo, se encontró que estaba dotada de fuerza sobrenatural.
El final de la visión fue indicado por una larga y profunda inhalación. Sus pulmones habían estado completamente vacíos. Más o menos después de un minuto la señora de White respiraba naturalmente y había terminado la visión. Los parientes del difunto, con algunos amigos, dejaron el edificio para acompañar el cuerpo a la sepultura, mientras que la mayor parte de la congregación se quedó para escuchar a la señora de White que describía brevemente lo que le había sido revelado.
Una visión de «El Gran Conflicto»
La visión fue muy abarcante y se revelaron a la señora de White ciertas instrucciones importantes para la iglesia, pero de mayor consecuencia era la visión del gran conflicto desde su comienzo con la caída de Lucifer, a través de los siglos, hasta el tiempo en que la tierra quedaría limpia del pecado y los pecadores. Grandes escenas panorámicas pasaron delante de ella. Le pareció que estaba en realidad presente, presenciando los acontecimientos de la historia pasada, presente y futura. Algunas fases de esta historia del conflicto, particularmente los acontecimientos futuros, le habían sido reveladas en visión; de hilación completa le fue presentada toda la historia y su tema principal, o sea que el conflicto se destacaba en vivo relieve.
Al mismo tiempo, se le explicó a la señora de White que debía escribir lo que le había sido revelado, pero se le informó también que Satanás haría grandes esfuerzos para impedírselo, porque «tendría que contender con las potestades de las tinieblas». Le fue dada la seguridad de que los ángeles del cielo no la abandonarían en el conflicto. El significado de la amonestación y del mensaje de seguridad no fue comprendido entonces. Dos días más tarde, mientras el pastor White y su esposa estaban en el tren volviendo a Michigan, tuvieron oportunidad de repasar el trabajo y lo que habían experimentado durante las semanas anteriores, e hicieron planes para el trabajo que querían realizar después de llegar a casa. Mientras consideraban la importancia de la visión relativa al conflicto secular y recapacitaban sobre la instrucción de que debía ser puesto por escrito para ser publicado, la señora de White sugirió que ella debía poner a un lado el trabajo del esbozo biográfico y dedicar toda su atención al nuevo tema. Mientras reflexionaban en ello, decidieron llamar el nuevo libro «La Gran Controversia Entre Cristo y sus Angeles, y Satanás y sus Angeles».
Su viaje hacia el oeste los llevaba a través de la ciudad de Jachson, Michigan, y los esposos White decidieron detenerse allí y pasar algunas horas con la familia Palmer. El hermano Palmer, que era herrero de oficio, era uno de los cuatro firmes creyentes que habían dado generosamente para la construcción de las oficinas de la Review and Herald tres años antes, y era entonces uno de los principales miembros de la comisión de publicaciones.
Jaime White y Daniel Palmer estuvieron pronto enfrascados en un estudio de los problemas financieros que arrostraba la obra de publicaciones y la Sra. de White conversaba con la señora Palmer. Las dos mujeres tenían muchos intereses en común. Ambas eran dueñas de casa. Los tres niños se encontraban en una edad interesante; pues tenían respectivamente diez, ocho y tres años. Al día siguiente iban a llegar a Battle Creek. ¡Cuán grato les iba a ser llegar a casa nuevamente! Iban a tener que coser, remendar y de continuo dar hospitalidad a diferentes personas. No tardarían en llegar la primavera y habría que plantar el huerto.
Tercer ataque de parálisis
No hacía mucho que estaban conversando las dos mujeres, cuando la señora de White notó una sensación de pesadez en la lengua y luego no pudo hablar. Una sensación de frío la recorrió desde el corazón a la cabeza y luego por su lado derecho. A continuación perdió el conocimiento.
Los dos hermanos fueron llamados y todos se pusieron a orar por la señora de White. Pronto recobró el conocimiento, pero descubrió que estaba paralizada de el lado izquierdo. Sabía muy bien lo que era un ataque de parálisis, pues era el tercero que sufría. Se acordó de su casa y de sus hijos que estaban en Battle Creek, a solamente sesenta kilómetros de distancia; pero comprendiendo la gravedad de su condición, abandonó toda esperanza de volverlos a ver. Parecía que no iba a vivir muchas horas. Pasando revista al pasado y especialmente a lo que había experimentado poco antes en Lovett’s Grove, se sentía reconciliada con la muerte.
Mientras los hermanos continuaban orando, la señora de White experimentó una sensación de picazón en sus miembros paralizados y luego pudo usarlos un poco. Después de una noche de exacerbado sufrimiento, continuaron el viaje por ferrocarril y los esposos White llegaron otra vez a su casa. El gozo del regreso quedó pronto ensombrecido por la enfermedad de la madre.
La visión dada en Lovett’s Grove volvía constantemente a la mente de la señora White. Se le había indicado que escribiese el asunto; había trazado el plan del libro. Ahora estaba enferma, muy enferma. Muchas veces había emprendido su trabajo frente a dificultades aparentemente insuperables. Nuevamente avanzó con fe. Hizo la tentativa de escribir. Laboriosamente trazó una página. Y luego tuvo que descansar. Transcurrían los días y al tercer día volvió a intentar escribir. Cuando hubo terminado una página, se sintió agotada. Volvió a descansar varios días, pero no quería renunciar a la empresa.
Mientras escribía, tenía la mente clara y podía usar el brazo derecho libremente aunque no podía notar si se le oprimía la mano izquierda, ni si tenía calor o frío en la cabeza. Con frecuencia, al ponerse de pie para caminar, tambaleaba y, a veces caía al suelo, pero siguió escribiendo y volvió a cobrar fuerzas poco a poco. Antes que hubiese terminado su trabajo de escribir, habían desaparecido todos los efectos de la parálisis que antes la aquejara.
Más o menos en aquel tiempo, nos dice, le fue mostrado en visión «Que en el ataque repentino de Jackson, Satanás se propuso quitarme la vida para impedir el trabajo que estaba por escribir; pero los ángeles de Dios fueron enviados en mi auxilio para hacerme recobrar de los efectos del ataque de Satanás» «Spiritual Gifts», tomo 2, pág. 272.
Era claro ahora que el gran adversario, enfurecido al pensar que su obra y sus secretos iban a quedar revelados, había hecho una tentativa para quitar la vida a la mensajera del Señor, a fin de que no se publicasen las advertencias acerca de sus esfuerzos futuros para engañar y extraviar a la humanidad.
La Revista Adventista
1 de abril de 1948
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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