«¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo?» (Mateo 27:17)
Los cuatro evangelios se refieren a Barrabás como una figura misteriosa que surge en conexión con el juicio de Cristo. La tradición a su respecto es discreta. Prisionero, el esperaba la ejecución. Deseando liberar a Jesús, tal vez influenciado por el mensaje de su esposa, Pilato sugiere una elección entre los dos: ¿Jesús o Barrabás?
«Este hombre [Barrabás] había aseverado ser el Mesías. Pretendía tener autoridad para establecer un orden de cosas diferente para arreglar el mundo. Dominado por el engaño satánico, sostenía que le pertenecía todo lo que pudiese obtener por el robo. Había hecho cosas maravillosas por medio de los agentes satánicos, había conquistado secuaces entre el pueblo y había provocado una sedición contra el gobierno romano. Bajo el manto del entusiasmo religioso, se ocultaba un bribón empedernido y desesperado, que sólo procuraba cometer actos de rebelión y crueldad. Al ofrecer al pueblo que eligiese entre este hombre y el Salvador inocente, Pilato pensó despertar en él un sentido de justicia. Esperaba suscitar su simpatía por Jesús en oposición a los sacerdotes y príncipes.»(Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 733).
Pero Pilato es tomado por una estremecedora sorpresa: «Suéltanos a Barrabás», grita la multitud.
¿Cuál es la razón para una elección como esa? Los líderes religiosos de ese tiempo sabían que podían prender a Barrabás de nuevo cuando fuera necesario. Pero, ¿cómo podría silenciar a alguien como Jesucristo? ¿Cómo detener a un hombre sin ningún tipo de arma, representaba un peligro revolucionario capaz de subvertir el judaísmo y en todo el Imperio Romano? ¿Qué harían con alguien cuyas armas eran sus nuevas ideas acerca de Dios y el pueblo, capaz de destruir las viejas categorías religiosas? Barrabás podría explotar a sus compatriotas, pero no amenazaba gobernar la vida de cualquier persona. Por otro lado, Jesús presentó un reino que gobernará desde adentro hacia afuera. Sin imposición, conducción a una lealtad superior a la vida y la muerte.
En aquella tarde de Pascua, tres ladrones, quizás del mismo grupo deberían ser crucificados: Dimas, Gestas y Barrabás. Barrabás es liberado en el último momento, y Jesús es crucificado en su lugar.
Aquí tenemos el ejemplo más perfecto del principio de sustitución. La historia Barrabás es la historia de la salvación a través de la muerte de Jesucristo. Su nombre, «Bar Abba» significa «hijo de padre». Al igual que él, todos nosotros, hijos del padre Adán, somos culpables de rebelión y sedición en contra de Dios, ladrones de Su gloria, asesinos de nosotros mismos y de otros, presos del pecado. Barrabás, en el corredor de la muerte, a la espera de la ejecución. El debe de haber mirado las palmas de sus manos, preguntándose como sería el dolor de los clavos rasgando su carne, rasgando el cartílago y los huesos. Entonces oyó el ruido siniestro de la llave que abre la pesada puerta de hierro. Oyó los pasos de los guardias. «Ha llegado mi hora», pensó. Su cabeza estaba pesada y confusa.
Le pareció oír su nombre gritado por la gran multitud. No sabía exactamente lo que estaba pasando todavía. Asombrado, escuchó que estaba libre, «Podía ir a casa.»
En substitución: Jesús tomó nuestro lugar. Él fue hecho pecado para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios.
Extraído de meditaciones diarias «Encuentros con Dios» Amin A. Rodor
Nota: Jesús repreenta la verdadera liberación a través del amor, la justicia y el sacrificio; Barrabás es la liberación falsa e ilegal, a través del odio, la violencia, la injusticia y el vicio. El pueblo prefirió libertad a través de la oscuridad y mentiras, y crucificar la verdad y la luz. Jesús no hizo ningún daño y fue condenado. Barrabás no hizo ningún bien, y se declaro inocente en un juicio injusto. A menos que sea bajo la convicción del Espíritu Santo, inevitablemente, las personas toman la decisión equivocada espiritual, al igual que la multitud. Al final, todos tenemos que elegir entre Cristo y Barrabás, entre Cristo y el mundo corrupto y caído, entre la vida y la muerte.
«Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.». (Juan 3:19)
Más de dos mil años despues, miles de personas siguen eligiendo mal. La naturaleza humana es la misma que en aquel día terrible en el que la frenética multitud se volvió contra Jesús y gritó: «¡Crucifícalo!». Elegir el mundo o a Cristo. ¿Por qué las personas tienden a preferir la oscuridad a la luz? Este hecho nos habla acerca de la realidad de nuestra naturaleza caída, y sobre nuestra necesidad de entregarnos totalmente al Señor. Los cristianos modernos necesitan tomar decisiones similares. Y Jesús, el Mesías debe ser nuestra elección. Estimado amigo, agradezca a Dios por tan grande sacrificio, acepte esta salvación gratuita que Él ofrece y no se olvide: Jesús dio su vida, murió la muerte eterna en su lugar y el mio. La cruz no era de Él. Era de Barrabás, era suya, era mia…
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
Síguenos en las redes:
Telegram WhatsApp Facebook