La publicidad es intensa. Todos los medios de comunicación divulgan nombres de personas que pleitean una silla en el legislativo o un gabinete en el ejecutivo. Algunas de ellas cuentan con amigos para ser elegidos, otras alzan banderas y buscan, entre los simpatizantes de la causa que defienden, un voto de confianza y el voto en las urnas, prometiendo representarlos, si son elegidos. En un ambiente democrático, el cristiano también necesita manifestar su posición, y debe dejar que sus principios lo conduzcan, para honrar a Dios con su decisión.
La Biblia es la guía del cristiano para las decisiones de su vida. Jesús se presenta en ella como un ejemplo a ser imitado (Ef 5: 1, Fp 2: 5-9, Hb 12: 2, 3). Quien busca cumplir la voluntad de Dios consulta las santas Escrituras a fin de encontrar en ellas orientación adecuada y ejemplos para imitar. Para muchas decisiones, la Biblia da la aclaración necesaria. Pero, para otras cuestiones, aparentemente no tiene nada que declarar. Incluso con respecto a lo que la Palabra de Dios silencia, el cristiano puede de ella extraer, con la ayuda del Espíritu Santo, principios y sabiduría para todas las elecciones de la vida.
¿Por cual candidato Jesús votaría? Si Él es el modelo, su procedimiento debe ser ejemplo para todo. ¿Y por qué no para las preferencias electorales?
En 1896, el pastor estadounidense Charles M. Sheldon, de la Iglesia Congregacional, publicó el libro En sus pasos ¿qué haría Jesús? En él, Sheldon inventa la historia de una congregación cristiana cuyos miembros buscan, durante un año, vivir el desafío de tomar cada actitud como respuesta a la pregunta que titula el libro. En la historia creada por Sheldon, los cristianos votan, en las elecciones municipales, a favor de candidatos que estampan principios cristianos y defienden valores morales, que, en el contexto de la época, cubría la defensa de la prohibición del comercio de bebidas alcohólicas y de los juegos de azar.
En la obra, Sheldon intentó responder a una pregunta difícil. Los personajes de su libro supusieron los criterios que Jesús habría usado para definir su voto. Esta es una preocupación válida para el cristiano. Sin embargo, Jesucristo vivió en un momento histórico en el que el sistema democrático no existía en la forma en que lo conocemos hoy. Nacido en el auge del Imperio Romano (Lc 2: 1), Jesús vivió su vida terrenal sin tener que votar como nosotros. Y, sorprendentemente, Él fue más indiferente a la política de sus días de lo que quieren algunos.
Sin embargo, en un aspecto Cristo votó. Él eligió a personas, no a cargos públicos, sino al Reino de los Cielos! Él eligió a doce hombres para ser sus apóstoles (Lc 6:13) y para que se sentaran en tronos para ser jueces celestiales (Mt. 19:28). Designó más setenta para que fueran de dos en dos y lo precedieran en las ciudades adonde iba. Pero, sobre todo, dio el voto que es suficiente para elegir a cualquier pecador indigno a la condición de heredero del Reino de Dios (Ap. 21: 7).
¿Jesús votaría por candidatos corruptos? Se requiere honestidad e integridad perfectas para solicitar el Reino de Dios (1 Co. 6: 9, 10). Sin embargo, incluso el más corrompido pecador puede tener la «ficha limpia», si es lavado, santificado y justificado por Jesús y por el Espíritu Santo (1 Cor. 6:11).
Así fue que al menos dos funcionarios públicos con historial de corrupción, Levi Mateo (Mt 9: 9) y Zaqueo (Lc 19: 1-10), fueron elegidos por Jesús para el Reino. En efecto, Pablo, el «principal de los pecadores» (1 Timoteo 1:15), un hombre que estuvo involucrado en la práctica de la tortura, además de prisiones y ejecuciones claramente injustas (Hechos 8: 3, 26:10, 11), fue «constituido ministro» de las cosas que Dios le reveló (Hechos 26:16).
Cristo no duda en confiar los más importantes cargos de Su Reino a personas con un pasado sucio. Por el contrario, él expresó su preferencia por pecadores (Mc 2:17). Discursando a los pretendidos fariseos, que se juzgaban dignos de asentarse en las más importantes posiciones del gobierno de Dios (Mt 23: 2), Jesús reveló que personas de moral dudosa serían mas candidatos honestos en el Reino de los Cielos (Mt 21:31).
Con su voto, Jesús quiere elegir a personas que, a pesar de su pasado, defectos y fallas, aceptan ser transformadas por Dios. Él dijo: «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.» (Jn 15:16).
Cuando Cristo regrese, los elegidos por el voto de Cristo asumiran un cargo más elevado que el de los ángeles (1Co 6: 3): se sentarán al lado de Cristo, en su propio trono (Ap. 3:21), y «reinarán» Cristo (Ap. 20: 6).
¿Por cual candidato vas a votar en esas elecciones?
Fernando Dias es pastor y editor de la Casa Publicadora Brasileña
Fuente: RevistaAdventista.com.br
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- Elena G. White
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