Gracias a sus descubrimientos en los campos de la astrofísica y la cosmología, Stephen Hawking era considerado por muchos el científico más popular desde que Albert Einstein caminó sobre la Tierra. Por supuesto, el hecho de ser un británico bastante mediático y haber escrito bestsellers colaboro, y mucho, para hacerlo famoso e influyente – sin contar, por supuesto, una enfermedad degenerativa que debería haber segado su vida hace muchos años. Esta limitación física incapaz de impedir sus vuelos intelectuales creó una paradoja que sirvió de ejemplo y motivación para todo el mundo: no hay excusas para no soñar alto y no realizar grandes emprendimientos.
Hawking nació el 8 de enero de 1942, exactamente 300 años después de la muerte de Galileo, y murió el mismo día del nacimiento de Albert Einstein (14 de marzo). El físico, autor de Una breve historia del tiempo (entre otros libros), tenía una gran fe en la capacidad humana para comprender la realidad. Él dijo una vez: «Creo que conseguiremos comprender el origen y la estructura del universo. […] En mi opinión, no hay ningún aspecto de la realidad fuera del alcance de la mente humana.»
Desafortunadamente, Hawking, incluso contemplando la complejidad del Universo y teniendo mucho tiempo para reflexionar sobre eso, dejó de percibir lo obvio. Él también dijo: «Yo creo que la explicación más simple es: no existe Dios. Nadie creó el Universo y nadie dirige nuestro destino. Esto me lleva al profundo entendimiento de que probablemente no hay cielo ni vida después de la muerte. Tenemos sólo esta vida para apreciar el gran proyecto del Universo, y estoy muy agradecido por ello.»
Al mismo tiempo que negaba al Creador, el físico usaba la expresión «proyecto» para referirse al Universo. Un proyecto sin proyectista?
La autobiografía Mi breve historia es reveladora, especialmente en lo que se refiere a la incredulidad del científico. En la página 91, el deja escapar información de que tuvo una oportunidad de conocer al creador del universo: «Mientras que en California, trabaje con un alumno de investigación en Caltech llamado Don Page. Don había nacido y fue criado en una aldea de Alaska, donde sus padres eran profesores de la escuela y, junto con él, eran los únicos no esquimales de la región. Él era cristiano evangélico e hizo lo posible para convertirme cuando, más tarde, vino a vivir con nosotros en Cambridge. Don solía leer historias de la Biblia para mí durante el desayuno, pero le dije que conocía bien la Biblia del tiempo en que vivía en Mallorca y porque mi padre acostumbraba a leerla para mí. (Mi padre no era creyente, pero creía que la Biblia del rey James era culturalmente importante). »
No, Hawking no conocía la Biblia, sólo había tenido una experiencia de lectura forzada en la infancia que lo marcó negativamente y levantó en él una especie de «blindaje» contra la Palabra de Dios.
Hawking no creía en la Biblia ni en Dios, sin embargo, tenía fe en la posibilidad de que un día hagamos contacto con extraterrestres. En realidad, venía invirtiendo dinero en investigaciones cuya finalidad era encontrar evidencias de vida inteligente fuera de la Tierra. Murió sin realizar el gran sueño…
¿Vida desperdiciada? Por un lado, no, pues él vivió intensamente y dio gran aporte a la ciencia, legando conocimiento útil a la posteridad. Por otro lado, sí, pues dio la espalda a una posibilidad de por lo menos el 50% de que exista incluso un Dios Creador y una vida eterna aguardando. Si Hawking ha muerto perdido (y eso es algo que sólo Dios podrá determinar), habrá desperdiciado la gran oportunidad de estudiar de cerca y para siempre todo sobre lo que siempre escribió. Desde el fondo de mi corazón, sueño con la posibilidad de que el científico se haya reconciliado con Dios y un día pueda levantarse sobre sus propias piernas para conocer de cerca a su Creador.
Voy a terminar este artículo recordando tres razones presentadas por el doctor William Lane Craig por las cuales la existencia de Dios haría toda la diferencia:
Primera razón: si Dios no existe, la vida es sin sentido. Si su vida está condenada a acabar con la muerte, entonces no importa dónde usted vive. Al final de cuentas, no hará diferencia si usted existió o no. La humanidad estaría condenada a perecer en el calor o en el frío extremo de la muerte del Universo. En última instancia, no haría diferencia alguna quién eres o qué hizo. Así, si el ateísmo es la verdad, la vida es totalmente sin sentido.
Segunda razón: si Dios no existe, entonces debemos, finalmente, vivir sin esperanza. Es decir, no hay esperanza de liberación del mal. Aunque muchas personas preguntan cómo Dios podría crear un mundo tan inmerso en el mal, sabemos que la mayor parte del sufrimiento de nuestro planeta se debe a la propia inhumanidad del ser humano hacia el ser humano. Si Dios no existe, entonces estamos encerrados sin esperanza en un mundo lleno de sufrimiento, sin posibilidad de liberación.
Tercera razón: por otro lado, si Dios existe, entonces no hay sólo significado y esperanza, pero también existe la posibilidad de conocer personalmente al Creador. ¡Piense en eso! ¡El Dios infinito te ama y quiere ser tu amigo personal! Es el más alto estado de que un ser humano podría disfrutar!
Como dije, sueño con la posibilidad de que Hawking haya comprendido todo eso. Me gustaría mucho tener con él buenas conversaciones sobre agujeros negros, dimensiones, espacio-tiempo y mucho más, teniendo a Dios como nuestro profesor. El caso del científico ya está decidido, como queda decidido el de todos los que mueren. En cuanto a los vivos, siempre hay la esperanza de que reconozcan y acepten lo obvio.
Escrito por Michelson Borges
Fuente: https://michelsonborges.wordpress.com/2018/03/14/a-morte-de-stephen-hawking/
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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