La vida del rey Salomón es un relato que abarca desde la promesa de un reinado próspero hasta una trágica caída en la apostasía. Inicialmente, Salomón fue ungido y proclamado rey, siendo un joven gobernante lleno de promesas y virtudes. Dios anhelaba que su reinado prosperara y que su carácter se asemejara cada vez más al de Dios mismo, inspirando a su pueblo a seguir la verdad divina.
En sus primeros años de reinado, Salomón buscó la sabiduría y el entendimiento de Dios para cumplir su sagrado deber como gobernante. Fue en Gabaón, junto a sus consejeros y líderes de Israel, donde ofreció sacrificios para adorar a Dios y consagrarse a Su servicio. Dios, complacido por su humildad y deseo de ser guiado, le concedió sabiduría sobrenatural.
Sin embargo, a pesar de su brillante comienzo, la historia de Salomón da un giro sombrío. Comenzó a hacer concesiones que lo alejaron de la voluntad de Dios. Se relacionó con naciones idólatras, adquirió caballos y carros de Egipto y se casó con mujeres extranjeras, desobedeciendo las advertencias divinas. Estas concesiones gradualmente lo llevaron a la adoración de ídolos y a permitir sacrificios de niños a dioses paganos.
El deterioro espiritual de Salomón lo llevó a perder el dominio propio, embotar sus sensibilidades y cauterizar su conciencia. Aquel que había sido llamado «Amable a Jehová» se desvió del camino recto y se sumió en la apostasía.
Esta historia nos enseña la importancia de mantenerse separados del mundo y sus influencias, así como el peligro de ceder a las concesiones que alejan de los mandamientos de Dios. Pero también nos recuerda que, mediante una firme determinación y una voluntad sometida a Dios, podemos superar nuestros defectos y cultivar un carácter conforme a Su voluntad. Con la ayuda divina, podemos vencer las tentaciones y mantenernos fieles a Dios, evitando la triste caída que sufrió Salomón.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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