La Fe que Ora - "No se necesitan programas, sino el poder del Espíritu"

La vida espiritual de la iglesia y el reino de Dios solo pueden avanzar a través de la oración y el ministerio de la palabra. La gente no solo necesita entender los caminos de Dios, sino que también será necesario poner el poder del Espíritu a trabajar a través de la oración. No se necesitan programas, sino el poder del Espíritu para guiar a las personas a la vida del Reino del Señor.

Es muy fácil para los líderes espirituales quedar atrapados en el «ajetreo» de hacer cosas rutinarias. Si bien estas cosas que toman nuestro tiempo y atención en el plano natural de la vida no son pecaminosas en sí mismas, pueden tomar posesión de nuestras vidas y separarnos de la vida y el poder de Dios. Cuando miramos estas cosas desde nuestra perspectiva temporal actual, a menudo parecen ser muy importantes. Pero cuando se miran desde una perspectiva eterna, en realidad no son nada.

Las actividades de la iglesia pueden absorber tanto nuestro tiempo que dificultan nuestra vida de oración. Siempre que esto ocurra, la mundanalidad y el egocentrismo comenzarán a permear la iglesia. Es mejor dejar ir otro trabajo por defecto que dejar ir la oración por descuido. «Demasiado ocupado para orar» conduce a la derrota espiritual y comienza a estropear todas las buenas obras que han tenido lugar en el pasado.

La iglesia se desarma efectivamente cuando las personas intentan hacer la obra de Dios a través del esfuerzo humano y la sabiduría humana. Esto es de lo que Jesús se estaba guardando cuando les dijo a sus discípulos que esperaran en oración hasta que fueran revestidos con poder de lo alto. Estos hombres podrían haber desarrollado organizaciones sociales benévolas sin el poder del Espíritu Santo. Pero las organizaciones humanas no pueden hacer partícipes a las personas Dios en Su vida de amor santo.

El Espíritu Santo se deleita en honrar abiertamente a aquellos que pasan mucho tiempo con el Padre en secreto. «Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará abiertamente.» (Mateo 6:6.)