Este extraordinario poder de la oración, ¿por qué es dado a quienes permanecen en Cristo? ¿Por qué es que, permaneciendo nosotros en Cristo y Sus palabras en nosotros, alcanzamos esta libertad y prevalecemos en la oración?
Yo respondo, primero, a causa de la plenitud de Cristo. Pueden muy bien pedir lo que quieran cuando permanecen en Cristo, porque cualquier cosa que ustedes requieran ya está alojada en Él.
¿Desean la gracia del Espíritu? Vayan a la unción de su Señor. ¿Buscan la santidad? Sigan Su ejemplo. ¿Desean el perdón del pecado? Miren Su sangre. ¿Necesitan mortificar al pecado? Miren Su crucifixión. ¿Necesitan ser enterrados en relación con el mundo? Vayan a Su tumba. ¿Quieren sentir la plenitud de una vida celestial? Contemplen Su resurrección. ¿Quieren elevarse por encima del mundo? Reflexionen en Su ascensión. ¿Quieren contemplar cosas celestiales? Recuerden que está sentado a la diestra de Dios, y sepan que “juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales.”
Yo veo de manera muy clara por qué la rama obtiene todo lo que necesita mientras permanece en el tronco, pues todo lo que necesita se encuentra anticipadamente en el tronco, y está colocado allí para dárselo a la rama.
Amados hermanos, “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,” y el buen agrado del Padre es también nuestro buen agrado: nos alegra obtenerlo todo de Jesús. Estamos seguros de que no importa lo que pidamos, lo obtendremos, puesto que Él lo tiene listo para nosotros.
La siguiente razón para esto es, la riqueza de la Palabra de Dios. Absorban este pensamiento, “Si mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” El mejor hombre de oración es aquél que más cree y está más familiarizado con las promesas de Dios. Después de todo, la oración no es otra cosa que llevar las promesas de Dios a Él mismo, y decirle: “Haz así como has dicho.” La oración es la promesa utilizada. Una oración que no esté basada en una promesa no tiene un cimiento verdadero.
Ustedes que tienen las palabras de Cristo permaneciendo en ustedes, están equipados con aquellas cosas que el Señor considera con atención. Si la Palabra de Dios permanece en ti, entonces tú eres el hombre que puede orar, porque te diriges al grandioso Dios con Sus propias palabras, y así vences a la omnipotencia con omnipotencia. Pon tu dedo exactamente sobre las líneas que dicen, “Haz así como has dicho.” Esta es la mejor oración de todo el mundo.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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