Serian los representantes de Dios ante los hombres y a través de ellos le hablaría a la raza humana. El profeta es una persona llamada y calificada en forma sobrenatural como portavoz de Dios. Mientras que en los tiempos del Antiguo Testamento los sacerdotes eran los representantes del pueblo ante Dios – sus portavoces y mediadores -, el profeta, en un sentido especial, era el representante de Dios ante su pueblo sobre la tierra. Mientras el oficio sacerdotal era hereditario, la designación de un profeta provenía del llamado divino. El sacerdote, como mediador en el sistema de sacrificios, conducía a Israel en al adoración, aunque sus deberes secundarios incluían dedicar parte de su tiempo a instruir al pueblo acerca de la voluntad de Dios como ya se había sido revelada por los profetas, Moisés en particular. En cambio, la instrucción religiosa era tarea primordial del profeta. El sacerdote se ocupaba mayormente de la ceremonia y los ritos del santuarios (que se centraban en la adoración pública), en la mediación para el perdón de los pecados, y en el mantenimiento ritual de las relaciones correctas entre Dios y su pueblo. El profeta era principalmente un maestro de justicia, de espiritualidad y de conducta ética, un reformador moral con mensajes de instrucción, consejo, amonestación y advertencia, y su obra a menudo incluía la predicción de eventos. En el caso de Moisés, uno de los mayores profetas (Deuteronomio 18:15), la profecía fue una función comparativa menor. En un sentido más amplio del vocablo, profetas hubo desde los primeros días del mundo. Tanto Abrahán (Génesis 20:7) como Moisés (Deuteronomio 18:15) fueron llamados profetas. Durante el periodo de los jueces el oficio profético languideció, y la «la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia» (1 Samuel 3:1). El llamado de Samuel al final de ese periodo fue trascendental. Fue el primer «profeta» en el sentido mas estricto de la palabra, y se le puede considerar como fundador del oficio profético; iba de lugar en lugar como maestro de Israel (10:10-13: c.f. 7:16,17).
Después de él y hasta el fin del tiempo del antiguo testamento, diversos hombres escogidos hablaron a la nación en nombre de Dios, interpretando el pasado y el presente, exhortando a la justicia, y siempre dirigiendo su vista al futuro glorioso que Dios les había señalado como pueblo.Durante todos los siglos Dios ha tenido luz para los seres humanos, pues a través de los profetas reveló hechos grandes que jabrían de ocurrir hasta nuestros días, «si tuvieres profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él» (Números 12:6)
«y no hará nada el señor, sin que antes los revele a sus siervos los profetas»
- Grandes profecías de todos los tiempos
De esa manera los profetas expresaron todos los mensajes que Dios les mostró en visiones, en sueños, a través de sus ángeles y de muchas otras maneras, pero siempre «los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo» (2 Pedro 1:21). A través de los profetas Dios dio a conocer el futuro del mundo, la condición actual y futura de la sociedad mundial y de nuestro país, porque él expresó que «no hará nada el Señor son que lo revele a sus siervos los profetas» (Amos 3:7). Esos mensajes se conocen con el nombre de PROFECÍAS y todas ellas están registradas en la Biblia; por ello cada ser humano inteligente debe interesarse en lo que será el futuro del mundo, de sí mismo y de su familia y debe procurar buscar información de Dios a través de la profecía que ha dejado en la Santa Biblia, porque en ella «tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones» (2 Pedro 1:19).
En esta serie nos proponemos tratar estos mensajes proféticos que llenarán su vida de seguridad y confianza.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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