¿AMOR A PRIMERA VISTA? – Sociedad de Jóvenes

¿AMOR A PRIMERA VISTA? 

Por: Osvaldo Gallino

¿Puede un ser humano saber con certeza cuándo está enamorado?

La respuesta es un claro y categórico… quizá.

El amor está en el aire, o por lo menos eso es lo que dicen. Y si no te ha ocurrido ya, es posible no pase este verano sin que caígas víctima del contagio.

Los primeros síntomas son alarmantes: pulso acelerado, pérdida del apetito, respiración agitada, manos sudorosas, falta de coordinación de movimientos, nerviosismo, tendencia al tartamudeo. El cuadro general del paciente puede adquirir ribetes realmente graves si se presenta la complicación denominada amor primo visu (amor a primera vista).

No temas. Se puede sobrevivir. Los médicos no han logrado descubrir ninguna relación entre estar enamorado y la muerte súbita. (Aunque a juzgar por ciertas situaciones por las que hay que pasar a veces, pareciera que ellos no saben nada del tema).

La situación, sin embargo, puede ser seria. Ninguna otra área de nuestra vidaa es tan sensible como ésta, y es posible que no haya otra donde cometamos los errores más graves, y cuyas consecuencias sean más dolorosas.

Amor… ¿qué es eso?

Tendremos que empezar a buscar definiciones. A la edad que tienes, tu información sobre el amor puede provenir de lecturas, canciones, experiencias (propias y ajenas), y buena cantidad de charlas serias (y otras no tanto). Todo  esto puede hacer que tengas que reconocer que sabes muchísimo del tema, y al mismo tiempo, que no sabes nada. Buen comienzo. No llegarnos a ningún lado en el tema del amor hasta que no somos capaces de reconocer cuán ignorantes somos.

El problema es que la distorsión y el manoseo que ha sufrido el concepto de amor es tan increíble que resulta extraño que todavía podamos saber a ciencia cierta qué es. No te desesperes. Dios viene al rescate. Después de todo. El fue el inventor e iniciador de todo este asunto. Al menos es lo que dice el apóstol San Juan: «El que no ama no conoce a Dios, porque  Dios  es  amor».  La  idea  es  bien  clara:  Si  aún  no  has  conocido  realmente,  en  forma personal, quién es Dios, todavía no estás en condiciones de saber lo que es amar.

Por la misma razón, amar es demostrar en forma práctica que conoces a Dios, y que El está en ti.

Aquí es donde surgen los problemas para saber con seguridad de qué hablamos cuando decimos «amor». Te propongo analizar cuatro aspectos fundamentales. Compáralos con lo que crees que sea amor en tu vida, y trata de sacar conclusiones:

Amor es… agradar 

Hay un 99.9% de posibilidades de que la razón por la que dices amar a esa personita es porque te gusta físicamente. (Esto si eres varón. Para una mujer, las posibilidades rondarán el 99, 5%.)

Esta parece ser una de las injusticias más grandes de la vida, especial- mente para quienes estamos absolutamente seguros de que en un concurso de belleza no lograríamos siquiera el premio consuelo, ¡ni pagando por él!

Animo, hay buenas noticias: La belleza parece ser algo mucho más subjetivo de lo que crees. Me explico: ¿Te acuerdas de aquel muchacho que te contó que había conocido a la chica más espectacular que hubiera existido nunca? Hasta  te la describió con lujo de detalles. Pero cuando pensabas que había que detener el concurso de Miss Universo hasta que los jueces consideraran a esta genialidad de la Naturaleza, llegaste a conocerla y… bueno, nunca te fue mas claro el dicho: «La belleza está en los ojos del que mira». 0 como diría Cenicienta: ¿Me amas porque soy hermosa, o soy hermosa porque me amas?

Hay toda clase de extremos en este asunto: Hay quien se enamora de un hoyuelo en la mejilla, una sonrisa encantadora o unos ojos increíbles, y después comete el error de casarse con la chica entera. Aún no logré de- terminar si éste es el error más trágico, o el del que se casa con alguien que no termina de gustarle, pero lo hace porque le dijeron que debía fijarse en la belleza interior, descartando la exterior.

Nada de cargos de conciencia en este asunto: El Creador se preocupó por hacernos agradables y atractivos. Poco podemos hacer para modificar la forma como fuimos hechos, como no sea cuidar de nuestro cuerpo y su correcta salud, y echar mano de todo lo que honestamente puede hacer atractivo lo que ya existe. (Por otro lado, la cirugía plástica es carísima, y nadie puede asegurarte que te gustará el resultado.)

Sin culpas, la belleza exterior fue hecha para ser admirada, y es una de las cosas que deberíamos aprender a valorar. Esto no puede sustraernos de la realidad de que la auténtica belleza debe ser la de todo el individuo. La del exterior puede ser heredada, pero somos responsables de lo que hacemos con el interior.

Amor es… aceptar

El «flechazo» no tiene nada de imaginario. Pero ¿qué pasa cuando empiezas a descubrir que tu delicada princesa parece más bien algo torpe, o que tu príncipe azul es algo así como celeste desteñido? (Es cruel, pero a menudo el amor a primera vista se cura al segundo vistazo.)

Alguien tendría que dar solución a estos problemas, de otra manera la vida es imposible. Pero veamos cuál es la verdadera cuestión: Tú planeas establecer una relación con un ser humano, ¿verdad? (Hasta la fecha, los marcianos no parecen mostrar interés en el asunto.) Bien, será mejor que aceptes desde ahora que tarde o temprano encontraras en ese ser humano algunas cosas que no se ajustarán a tu manera de pensar. Esto siempre ocurre. Aquel muchacho se había lanzado a la búsqueda de la mujer ideal. Finalmente la encontró. El único inconveniente fue descubrir que ella estaba buscando al hombre ideal.

¿Qué haces con ese ser humano que no es el  ideal? Por lo pronto, haz lo que hace Dios contigo: ¡Acéptalo! Luego será tiempo de determinar si real- mente esas diferencias de puntos de vista son o no lo suficientemente importantes para que un noviazgo funcione. La persona perfecta no existe, ni tampoco se  te ha autorizado a cambiar a ninguna. Pero bríndale la seguridad de que la aceptas como es, y probablemente cambiará progresivamente, sin que nadie se lo pida. Amar es, al fin de cuentas, hacer un compromiso incondicional con un ser imperfecto.

Pero ¿cómo puedes aceptar los defectos de alguien, si todavía no los has descubierto?

Amor es… conocer

Si hay algo que quisiera que te quedara absolutamente claro en todo este artículo es que la diferencia entre atracción y amor pasa por una cuestión, ante todo, de tiempo. Nadie puede amar a quien no conoce, y no existe posibilidad alguna de conocer a alguien que acaba de flecharte, a menos que le des más tiempo.

Dios le da mucha importancia al concepto de «conocer». Pero la idea es mucho más que algo meramente casual, como lo vemos los humanos. Para Dios, conocer es «tener relación con». Obsérvalo en algunos pasajes bíblicos: «Entonces conocerán (tendrán relación con) la Verdad, y la Verdad los libertará»; «El que no ama no conoce (tiene relación con) Dios, porque Dios es amor»; «Conoció Adán (tuvo relación con) a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín».

Es esa relación en la que nos animamos a ser auténticos y a mostrarnos como somos la que permite que podamos realmente conocer algo de la otra persona, y que ella conozca algo de nosotros. Es allí donde el amor puede surgir, no antes.

Amor es… ser uno

Jesús oró a su Padre pidiendo por sus discípulos: «De la misma forma que tú estás en mí y yo en ti, que ellos estén en nosotros». Tanto en su relación con nosotros como en nuestras relaciones interpersonales, Dios no conoce otra forma de amor que ser uno con el otro. En eso consiste el amor como Dios desea que lo vivamos finalmente en pareja: «El hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola persona»

Es la forma más perfecta de expresar tu sexualidad. Mucha gente, cuando oye hablar de sexualidad, piensa en una sola cosa. Bien, ése es su problema. Y hasta que no aceptes que tu sexualidad es todo lo que eres, y que todos los aspectos espirituales, sociales, intelectuales, emocionales y físicos entran en acción en la búsqueda de pareja, probablemente tú tienes el mismo problema.

Amar es dar realmente todo a otra persona. Pero ¿cuantas veces y a cuantas personas puedes dar «todo»? Tú no tienes demasiados de esos cartuchos para gastar. ¿Qué pasa cuando, a poco del flechazo, te encuentras con que estás dando más y más de ti mismo al otro ser, para descubrir después que no era la persona indicada? ¿Cuánto tiempo puede soportar tu personalidad ese desgaste emocional sin verse afectada?

La próxima vez que oigas hablar de amor a primera vista, o te atrevas a llamarlo así en tu propio caso, reconoce que lo que haces es deletrear in-ma-du-rez de otra manera. El amor siempre será a segunda vista. Esa atracción podría ser el comienzo de un gran amor… o no.

Pero como aún no- lo sabes, no es tiempo propicio para tornar atajos ni soñar demasiado. Ya habrá tiempo para ello.

Hasta la fecha, he descubierto una sola razón  por la que desearía que existiera el amor a primera vista: ¡Algunos de nosotros no lograríamos pasar una segunda inspección!

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