Que todos los pastores y evangelistas prediquen sin ambages que el papado es la abominación espantosa que
levantó el diablo (dragón) para engañar al mundo durante la Edad Media, y que su poder le sería restaurado al
final tal como lo estamos viendo hoy (Apoc 13:2-4). Hay millones que no saben eso y deben recibir el llamado a
salir de Babilonia (Apoc 18:1-5). Adoran a un presunto vicario impostor del Hijo de Dios, al cual se dirigen para
pedir el perdón de los pecados, olvidando que el único que puede perdonarlos es Dios mismo a través de la
única mediación e intercesión de su Hijo en el santuario celestial (1 Rey 8:39; 1 Tim 2:5; Heb 7:25). De allí que
la vida eterna reside únicamente en el Nombre del Hijo de Dios (1 Jn 5:13).
El adventismo debe mantenerse firme en el legado historicista que recibió de sus antecesores protestantes
para interpretar las profecías apocalípticas. Ningún símbolo de ninguna figura o número del Apocalipsis debe
desviar la atención de un cumplimiento concreto en la historia que Dios anticipó con claridad. En relación con el
número 666, tenemos que tener cuidado de no olvidarnos del nombre en la búsqueda de un presumible
simbolismo numérico incluso inexistente en el griego bíblico.
Contraseña: www.recurso-adventista.com
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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