¿Problemas con el dinero? ¿Quién no los tiene? En realidad, muchos cristianos no los tienen.
Han aprendido y practicado los principios bíblicos de administración y prácticamente han eliminado las tensiones financieras. Confían en la providencia de Dios, quien también les brinda los principios de administración que deben seguir.
Hace algún tiempo, una dama llamó por teléfono a mi oficina mientras me encontraba en una gira de trabajo. Mi asistente le dijo que estaba ausente y que estaría de regreso y disponible el lunes siguiente. La mujer estaba tan estresada que continuó llamando cada día hasta que regresé. Cuando me comuniqué con ella, esta joven esposa me explicó que acababa de consultar a un abogado, quien le había dicho que su única solución era declararse en bancarrota. Pero, me dijo, “No creo que eso esté bien para un cristiano; ¿qué piensa usted?”.
“No está bien hacerlo, si es posible evitarlo”, le respondí, y agregué: “¿A cuánto ascienden sus deudas?”
Me contestó: “¡Debemos más de 300.000 dólares!”
Ella y su esposo acababan de terminar sus estudios de posgrado. ¿Qué les podía decir? Se me ocurrió que tal vez habían comprado una casa muy costosa, por lo que le pregunté: “¿Qué parte de esa deuda corresponde a la hipoteca?” Me dijo que no tenían casa propia y que estaban alquilando el lugar donde vivían. Sus deudas pertenecían a tres categorías: impuestos atrasados, préstamos para pagar estudios y deudas en tarjetas de crédito. Le pregunté si habían estado entregando sus diezmos a la iglesia y me respondió: “No, no podemos”.
Por mi parte, le dije: “Me ha llamado para consultarme como abogado cristiano, por lo que le haré una pregunta cristiana, basada en la Biblia: ¿Cómo espera que Dios los bendiga si le están robando?” (ver Malaquías 3:7, 8).
Este es el síndrome de la angustia y el dolor que experimentamos cuando vivimos separados de Dios y sus consejos. El Señor dijo a Judá: “Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto” (Hageo 1:6).
Causas de los problemas financieros
En mis muchos años de asesorar y presentar conferencias sobre administración de fondos personales e inversiones, he hallado tres causas básicas que llevan a las personas a tener dificultades financieras. Las nombraré en orden de frecuencia:
La primera es la ignorancia.
Muchos, aun los que poseen títulos universitarios, son financieramente analfabetos. Nunca han aprendido los principios bíblicos o seculares de la administración. Pero hay esperanza para esta gente. En este artículo presentaremos un resumen de estos consejos y sugeriremos cómo aplicarlos.
La segunda causa es la codicia y el egoísmo.
Impulsados por la publicidad y por los deseos de posesión, algunos viven por encima de sus medios. No están dispuestos a conformarse con la casa, el automóvil, o la ropa que pueden pagar. Muchas de estas personas también se sienten demasiado pobres como para entregar los diezmos al Señor. En consecuencia, viven sin la sabiduría y la bendición divinas prometidas (ver Proverbios 3:5-10).
También es posible ayudar a estas personas, pero esto requiere un cambio radical en su modo de pensar y la recepción de un don divino llamado contentamiento. Pablo nos exhorta: “Y claro está que la religión es una fuente de gran riqueza, pero sólo para el que se contenta con lo que tiene. Porque nada trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos; si tenemos qué comer y con qué vestirnos, ya nos podemos dar por satisfechos. En cambio, los que quieren hacerse ricos no resisten la prueba, y caen en la trampa de muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación” (1 Timoteo 6:6-9, VP).
La tercera causa de dificultades financieras personales es alguna tragedia desafortunada.
Por ejemplo, se puede haber sufrido una grave enfermedad sin tener un seguro médico adecuado o haber quedado cesante por diversas razones. Uno puede haber sido abandonado por un cónyuge despilfarrador, o haber perdido todas las posesiones en un desastre natural. Para esta gente también hay esperanza. Aunque el camino se les haga más difícil, pueden vencer la pobreza. El cambio puede ser el resultado del apoyo de amigos cristianos; el consejo y/o la asistencia de personas piadosas; el trabajo duro combinado con la buena educación; y la bendición y la providencia divinas. Pero basta de considerar problemas. Pensemos ahora en lo que podemos hacer para experimentar libertad financiera.
Ocho principios bíblicos
Este artículo será de mayor beneficio si brindo a los lectores una guía práctica respecto de qué hacer para obtener paz y libertad financieras. Con esto en mente, voy a enumerar ocho principios bíblicos de administración, seguidos de ocho pasos que aseguran el éxito financiero.
En primer lugar, los principios bíblicos:
1. Dios es dueño de todo
Salmo 24:1
De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él habitan.
Sal. 50:12
Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti;
Porque mío es el mundo y su plenitud.
1 Crónicas 29:13, 14.
Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.
14 Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.
Como cristianos, entendemos que nada hemos traído a este mundo, y que nada nos llevaremos de él. Mientras vivimos, sólo somos administradores de lo que Dios nos ha confiado. Lo único importante es ser fiel.
2. Debemos conceder el primer lugar a Dios y a sus sabios consejos
Proverbios 3:5-9
Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
7 No seas sabio en tu propia opinión;
Teme a Jehová, y apártate del mal;
8 Porque será medicina a tu cuerpo,
Y refrigerio para tus huesos.
9Honra a Jehová con tus bienes,
Y con las primicias de todos tus frutos;
10 Y serán llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de mosto .
Mateo 6:33
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
El Señor puede ver nuestras vidas de comienzo a fin. Él sabe lo que es mejor para cada uno de nosotros y desea que prosperemos. Esto no significa sólo preguntarse “¿Qué haría Jesús en mi lugar?”, sino más bien “¿Cuál es su consejo respecto a esta área de la vida?”
3. Nuestro propósito en la vida es glorificar a Dios
Mateo 5:16
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
1 Corintios 10:31
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.
Las personas con mente secular buscan prosperar para gastar y acumular. Los cristianos buscan prosperar para atender sus propias necesidades, ayudar a los demás y contribuir al avance de la causa de Dios. Saben que son embajadores del Reino de los Cielos.
4. La prosperidad consiste en tener lo que necesitamos cuando lo necesitamos
Filipenses 4:19
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Isaías 26:3
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
Dios no nos ha prometido que si somos cristianos seremos ricos a los ojos del mundo. Pero nos ha prometido que si le servimos de corazón, atenderá nuestras necesidades, estará con nosotros donde vayamos y nos concederá paz interior.
5. Es malo tener deudas
Proverbios 22:7
El rico se enseñorea de los pobres,
Y el que toma prestado es siervo del que presta.
Romanos 13:8
No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
Salmo 37:21
El impío toma prestado, y no paga;
Mas el justo tiene misericordia, y da.
Reconocer y aplicar este principio puede traer paz a nuestras familias y prosperidad a la causa de Dios más que ninguna otra cosa. Las deudas causan estrés individual y conflictos familiares.
6. El diezmo es la evidencia mínima de nuestro compromiso cristiano
Génesis14:20;
y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.
Gén. 28:20-22;
E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 21y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. 22Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.
Levítico 27:30
Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová.
Malaquías 3:6-11
Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. 7Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? 8¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. 9Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. 10Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. 11Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.
Desde la perspectiva de alguien que lee la Biblia cada año para tener una visión más amplia de la vida, puedo decir que en ningún lugar de la Biblia se dice que sólo un diez por ciento de nuestras ganancias pertenece a Dios. La incapacidad de reconocer y practicar este principio nos separa de la sabiduría y bendición divinas (ver Deuteronomio 28).
7. Todos deberemos dar cuenta a Dios de la manera en que administramos el dinero
Mateo 25:19-29
Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 20Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 21Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 22Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 23Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 24Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 26Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 29Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
2 Corintios 5:10
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
Apocalipsis 22:12
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
No hay nada más cierto en la Biblia que el hecho del juicio divino al fin de la historia humana. Al arreglar las cuentas con sus hijos fieles, Dios les dirá: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que fuiste fiel en lo poco, te pondrá a cargo de mucho más. Entra y alégrate conmigo” (Mateo 25:21, VP).
8. No sirva de garante o fiador a nadie
Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo,
Si has empeñado tu palabra a un extraño,
2 Te has enlazado con las palabras de tu boca,
Y has quedado preso en los dichos de tus labios.
3 Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,
Ya que has caído en la mano de tu prójimo;
Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.
4 No des sueño a tus ojos,
Ni a tus párpados adormecimiento;
5 Escápate como gacela de la mano del cazador,
Y como ave de la mano del que arma lazos.
Proverbios 11:5
Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño;
Mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro .
Proverbios 20.16
Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño,
Y toma prenda del que sale fiador por los extraños .
La Biblia prohíbe ser fiador de los demás .No importa si es un familiar o un amigo; la instrucción es líbrate y humíllate ante tu Dios.
Ocho pasos hacia el exito
Una vez que entendemos los principios bíblicos de la administración, podemos aplicarlos a la vida diaria. Esto puede lograrse siguiendo las siguientes reglas:
- Organízate. Crea un presupuesto. Ten un plan.
- Gasta menos de lo que ganas. Decide vivir dentro de tus posibilidades.
- Comienza a ahorrar, al menos una pequeña cantidad para casos de emergencia.
- Evita endeudarte. No tienes por qué vivir pagando intereses.
- Sé un trabajador diligente (Proverbios 22:29).
- Mantente fiel a Dios. Confía en sus promesas (Deuteronomio 28:1-14) y pide su bendición.
- Recuerda que este mundo, en su condición actual, no es nuestro hogar. La manera en que administremos lo que se nos ha confiado determinará nuestro destino eterno.
- No sirva de garante o fiador a nadie.
Pautas para un presupuesto simple
Para la mayoría, vivir dentro de un presupuesto es tan interesante como seguir un régimen alimentario estricto. Sin embargo, las siguientes pautas no son difíciles de seguir y, si las aplicas, pronto tendrás un nivel de vida que te dará satisfacciones. Este presupuesto también te ayudará a incorporar los siete pasos mencionados en la sección anterior.
Comienza tu presupuesto con la suma total de tus ingresos mensuales, o determina tus ingresos anuales y divídelos por 12. Este es el monto bruto sobre el que te basarás, pero no debes hacer el presupuesto a partir de esta suma.
A continuación, separa los diezmos y las ofrendas. Esto es el 10 por ciento de diezmo más lo que quieras separar sistemáticamente como ofrenda. A manera de ilustración, digamos que el total es un 15 por ciento.
Entonces calcula los impuestos. Trata de determinar tu categoría tributaria, y entonces resta los impuestos de tus ingresos brutos menos diezmos y ofrendas. Digamos que los impuestos suman 25 por ciento.
A estas dos categorías las denomino “no discrecionales” ya que si somos cristianos, pondremos a Dios en primer lugar y también seremos buenos ciudadanos y pagaremos los impuestos. De manera que antes de hacer un presupuesto, ya hemos utilizado un 40 por ciento de los ingresos.
El 60 por ciento restante llega a ser el ingreso neto. Es decir, se convierte en el 100 por ciento de nuestro presupuesto. Luego de calcular el diezmo, las ofrendas y los impuestos, los ingresos restantes son todo el dinero disponible. Estas pautas, adaptadas a tu situación personal, son útiles tanto para los solteros como para los casados.
La mayoría de la gente ha llegado a la conclusión de que hay diez categorías principales en un presupuesto. Los que tienen hijos que estudian o si ellos mismos son estudiantes deben agregar una undécima categoría: gastos educacionales.
En un presupuesto sugerente, asignamos un porcentaje del dinero disponible a cada categoría de la siguiente manera:
- Vivienda: 30%. Esto incluye el pago de la hipoteca o el alquiler, los seguros, impuestos y servicios.
- Alimentación: 15%. Esto puede incluir otros productos adquiridos en el supermercado.
- Vehículo o transporte: 17%. Esto incluye los pagos por la compra del vehículo, el combustible, el seguro y el mantenimiento.
- Seguros: 5%. Básicamente, seguros de vida, médicos o de salud.
- Pago de deudas: 5%. Muchas familias necesitan un porcentaje mayor en esta categoría.
- Recreación: 5%. Por ejemplo, vacaciones, comidas en restaurantes, actividades deportivas, etc.
- Vestimenta: 5%. Compra o gastos de limpieza de prendas.
- Ahorros: 10%. Aunque tengas deudas, ahorra algo, ya que requiere autocontrol.
- Gastos médicos: 3%. Para lo que no cubra el seguro.
- Misceláneos: 5%. Regalos, peluquería, artículos de belleza, suscripciones, artículos de tocador, efectivo.
Total: 100%
Lo bueno de este modelo es que puede adaptarse a situaciones personales. Por ejemplo, si necesitas 35%, en vez de 30%, para gastos de vivienda, puedes utilizar ese porcentaje. Pero debes restar los puntos extras de una o más categorías. Sólo tienes 100 por ciento para gastar, o te endeudas. Además, si añades la undécima categoría, la de gastos por tus estudios, debes restar ese porcentaje de las otras categorías. Es por eso que los estudiantes y los padres con hijos que estudian deben vivir con frugalidad para evitar endeudarse demasiado.
Se ha afirmado que “el que cabalga sobre un tigre no se puede desmontar”.
En términos financieros, ese tigre se llama deuda.
En muchos países, la deuda es la mercancía más publicitada. Me refiero a las docenas de ofertas de tarjetas de crédito que muchas familias reciben por correo.
Muchos jóvenes me preguntan por los préstamos estudiantiles. Les respondo: Todos los préstamos deben ser devueltos con interés. Pero un préstamo estudiantil no es lo mismo que endeudarse con la tarjeta de crédito comiendo en restaurantes y comprando música grabada.
Si los estudios conducirán a un aumento en los ingresos futuros, es aconsejable un préstamo estudiantil como último recurso.
Pero en primer lugar, el estudiante debe trabajar y ahorrar todo lo que pueda, y conseguir subvenciones y becas; y entonces, de ser necesario, pedir el préstamo mínimo que le permita pagar los aranceles de estudio. Esto es aconsejable ya que los que terminan estudios universitarios pueden ganar casi el doble a lo largo de la vida que los que sólo terminan la escuela secundaria. De manera que la educación profesional es valiosa. Además, un cristiano instruido puede servir mejor a Dios y a la humanidad.
Los asesores financieros a menudo aconsejan que la gente divida sus vidas en tres segmentos: Los años de acumulación, los años de preservación, y los años de distribución. Desde una perspectiva cristiana, podríamos referirnos a esta tríada como los años de aprendizaje, los años de ganancias, y los años de devolución. En la juventud, no pensamos en la vejez; sin embargo, de no ser por una enfermedad terminal temprana, un accidente fatal o la segunda venida de Cristo, todos envejeceremos y moriremos.
Para la mayoría de la gente, llega un momento de la vida en que, debido a limitaciones físicas o de otro tipo, deben reducir el tiempo que dedican al trabajo remunerado o jubilarse. Por eso se deben hacer provisiones y planes cuidadosos para esta etapa de la vida. Si es posible retirarse sin deudas, con una vivienda paga y con ninguna otra deuda significativa, este período se hace más fácil.
En último término, todos sabemos que un día, ya sea debido a muerte o al regreso de Jesús a esta tierra, todos tendremos que abandonar nuestras posesiones terrenales. No las podemos llevar (1 Timoteo 6:7). Por eso Jesús animó a sus seguidores a hacerse tesoros en el cielo (Mateo 6:20). Podemos hacer esto al ayudar a otros y a colaborar con el progreso de la causa de Dios.
Es verdad que nada podemos llevarnos, pero lo podemos enviar por adelantado.
Mi deseo es que, al aplicar los principios de administración que Dios nos ha enseñado, disfrutemos de la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Que Dios nos bendiga.
G. Edward Reid es pastor y abogado, y se desempeña como director del Departamento de Mayordomía de la División Norteamericana. Es autor de It’s Your Money, Isn’t It? (Review and Herald Publ. Assn., 1993) y de otros seis libros. Su dirección electrónica: [email protected].
Via | Dialogo Universiario
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- Elena G. White
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