No es un descubrimiento nuevo observar que los cañones del enemigo apuntan en dirección de los matrimonios y las familias.
La esencia de la familia y del matrimonio está siendo violentada. Los medios de comunicación contribuyen a alejar las mentes de los principios bíblicos sobre los cuales descansa el matrimonio.En este tema quiero hablar acerca de un valor muy importante:la fidelidad en el matrimonio. La característica de ser fieles es algo que Dios requiere en su palabra a todo su pueblo. Jesús habla en parábolas acerca del siervo fiel y del siervo infiel. Quisiera dar algunas definiciones de lo que es ser fiel y de fidelidad:
- Fiel es aquel que cumple sus compromisos
- Que vive conforme a la verdad
- Que es leal
- Es aquel que es digno de confianza, cumplido y responsable
Y trayendo esto a nuestro matrimonio, el deseo de Dios es que seamos fieles a nuestro cónyuge. Hoy más que nunca debemos prestar atención al pacto que hemos hecho manteniéndonos unidos en espíritu, alma y cuerpo a nuestro cónyuge, porque el diablo se ha levantado con una andanada de ataques de los cuales ningún matrimonio, aunque sea cristiano, está exento. Y en este sentido Dios nos dice en Malaquías 2:14-15: “Dios ha visto lo que han hecho todos ustedes: Cuando eran jóvenes, se casaron y se comprometieron a ser fieles a su esposa. Pero no han cumplido con su compromiso”. Nuestro Dios instituyó el matrimonio para que fuéramos un solo cuerpo y un solo espíritu en un espíritu de amor, fidelidad y respeto.
A.- VELAR Y ORAR PARA NO ENTRAR EN TENTACIÓN
(Mateo 26:41).-
Lo más importante en nuestra relación de matrimonio es tener a Dios en el centro. Para ello, la Palabra dice: “Velad y orad”. Velar es estar despiertos, atentos y con nuestros sentidos espirituales preparados porque no sabemos de dónde el enemigo va a lanzar su ataque. Algunas veces a través de un pensamiento, actitud o consejo en contra de nuestro esposo o esposa; otras veces a través de miradas o tratos con otras mujeres en el caso de los esposos, u hombres en el caso de las esposas. Dice la palabra que el diablo anda como león rugiente, buscando a quien devorar y a los que primero quiere devorar es a los que pertenecen a su pueblo. Cuando estamos velando el Espíritu Santo nos indica el momento justo en que debemos desechar todo engaño escondido en algunas de estas situaciones.
Pero la palabra dice también “orad”, y esta oración tiene que ser “juntos”. Dice la Palabra que “mejores son dos que uno”, y la oración juntos crea alrededor de nuestra relación matrimonial como un cerco que el enemigo no puede atravesar. Si estamos flaqueando en la oración juntos como matrimonio, corrijamos ahora esta situación. Y dice la Palabra en este versículo “para que no entréis en tentación”.
En Santiago 1:14-16 el apóstol nos explica cómo se produce la tentación: “Cada uno es tentado cuando de sus propios malos o deshonestos deseos es atraído y seducido”. Es decir que a la tentación la podemos alimentar nosotros. Si se alimenta un mal deseo seguramente crecerá hasta tal punto que ya no pueda ser dominado. Es decir que lo que tenemos que hacer, partiendo de esa vida de atención y oración, es cortar y renunciar a todo lo que alimente los malos deseos, ya sea programas, lecturas o música que contienen el espíritu de este mundo, y reemplazarlo por la búsqueda de “todo lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, lo que es de buen nombre y lo que tiene virtud” (Filipenses 4:8).
B.- RECORDAR QUE LO QUE DIOS UNIÓ NO LO SEPARE EL HOMBRE O LA MUJER
(Mateo 19:6).-
Jesús nos recuerda que cuando nos unimos en matrimonio ya no somos dos seres independientes, sino una sola carne, una sola cosa. En realidad, “lo que Dios juntó” significa “lo que Dios soldó”. Y la infidelidad en un matrimonio es rebelión contra esta norma creacional de Dios, y toda rebelión es contra su autoridad. Es decir estamos atribuyéndole a Dios un despropósito. Nuestra fidelidad matrimonial tiene que estar cimentada sobre la confesión que hacemos como esposo y esposa de que “Dios es el que nos ha unido”.
Yo sé que cada situación es diferente y que hay particularidades que muchas veces escapan de nuestro control, pero no podemos dejar de lado esta verdad: No estamos autorizados a destruir nuestro matrimonio pasando por alto la obra de Dios.
C.- DEBEMOS MANTENER LA SANTIDAD EN NUESTRAS MIRADAS
Alguien dijo que nuestros ojos son el espejo del alma. Cuando hablamos de mirar lo que conviene parecería que los que tienen que tener cuidado solamente son los esposos ante la invasión de pornografía y programas con imágenes subidas de tono, pero creo que también las esposas deben cuidar que es lo que ven. Muchas veces la forma de vida que presentan las novelas invita a la infidelidad y a querer cosas nuevas que están fuera de la voluntad de Dios. Deberíamos hacer la pregunta: ¿Nos conviene ver eso?
En la palabra de Dios hay muchos consejos referidos a nuestras miradas: Proverbios 4:25-26. “Tus ojos miren lo recto”. Aprender a mirar según la voluntad de Dios debe ser una característica del cristiano. En este mundo plagado de invitaciones a mirar lo que no conviene somos sometidos a una intensa presión por parte de nuestro enemigo y del sistema. Aprender a mirar lo que Dios quiere que miremos implica de nosotros determinación como tenía Daniel: “Propuso en su corazón no contaminarse” (Daniel 1:8). El método del diablo es atacar nuestro sentido de la vista.
Nuestros ojos son como una máquina fotográfica que graba imágenes en nuestra mente. Cuando la imagen se estableció en nuestra mente, es fácil que el diablo nos la muestre como se muestra un álbum de fotos. Esa imagen establecida es la que contamina todo nuestro ser. (Génesis 3:6). “Agradable a los ojos”. Así se presenta el enemigo: con cosas agradables a los ojos (2ª Cor. 11:14 ángel de luz), pero su fin es muerte (Prov. 16:25). Cuando andamos en la luz podemos ver fijamente a los ojos, sin avergonzarnos y teniendo comunión con otros (1ª Juan 1). Jesús dice que si nuestros ojos son buenos, nuestro cuerpo estará lleno de luz. En 1ª Cor. 3:16 y 6:19, se nos dice que nuestro cuerpo es templo de Dios porque el Espíritu Santo mora en nosotros. Si nuestros ojos se dirigen hacia lo bueno y recto entonces el templo de Dios (nuestro cuerpo) estará lleno de luz.Experiencia negativa de David: 2ª Samuel 11:1-2. Aprendemos de ella dos cosas:
- Cuando no hacemos lo que tenemos que hacer, es una puerta abierta para que el diablo nos engañe.(vs. 1)
- El mirar lo que no nos conviene puede ser el comienzo de un desastre espiritual para nuestras vidas (vs. 2)
Una de las cosas que hace Dios es darnos espíritu de dominio propio (2ª Timoteo 1:7). Démosle lugar al Espíritu Santo para que nos ayude a dominar nuestros sentidos.
D.- NO HAGAMOS COMPARACIONES ENTRE NUESTRO CÓNYUGE Y OTRA PERSONA
(Prov. 5:15-23; 6:20-29).-
La sociedad actual, a través de los medios de comunicación, inculca conductas y patrones de vida que son contrarios a la voluntad de Dios, como es el caso de la infidelidad matrimonial. Muchas veces se puede degradar la imagen del cónyuge comparándola con un actor o con una persona que conocemos. Esto puede ser una puerta abierta para que el diablo actúe en nuestra relación matrimonial. La palabra nos aconseja en Proverbios 5:15- 23 nos transmite palabras hermosas ancladas en elevados principios. Tanto el esposo como la esposa deben disfrutar de su relación en un marco en cual su intimidad esté preservada de cualquier extraño (vs. 17). Dice el escritor: “Sea bendito tu manantial y alégrate con la mujer de tu juventud”. La esposa o el esposo que tienes al lado es bendición de Dios, y El te dice hoy: alégrate con ella y en su amor recréate siempre.
Cuando dice siempre es para toda la vida. Y luego Salomón hace una pregunta: “¿Por qué andarás ciego con la mujer ajena?” Y aunque se lo dice al hombre debemos aplicarlo también a la esposa: ¿Por qué andarás ciega con el hombre ajeno? Con nuestra esposa somos manantial el uno del otro y no debemos dar nuestra agua a extraños. Debemos escapar del adulterio y de la fornicación (Prov. 6:20- 29).
E.- DEBEMOS MANTENER NUESTRO LECHO MATRIMONIAL SIN MANCHA
Dice el apóstol en este pasaje que nuestro matrimonio sea honroso y que nuestro lecho no tenga manchas. Estamos en un mundo y en un tiempo difícil, donde los valores, los principios, la fidelidad,… son devaluados con frecuencia, pero nosotros como cristianos debemos tener muy claros y altos los principios. Si esto es importante en toda esfera de la vida, en el área del hogar es absolutamente capital. Cuando se deshonra a Dios en el marco de la familia, el daño producido, el dolor cosechado y los resultados futuros, serán muy graves.
CONCLUSIÓN:
Ser fieles tiene que ser una característica de los hijos de Dios, y la invitación de Dios hoy es llevar y mantener esa fidelidad dentro de nuestros matrimonios y familias, para que aún nuestros hijos sean bendecidos. Hoy como esposos hagamos un pacto de fidelidad delante de Dios y El nos honrará con su bendición.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
Síguenos en las redes:
Telegram WhatsApp Facebook