Los efectos de un desastre, nos afectan de muchas formas. Después del desastre, sentimos alivio cuando nuestros seres queridos, amigos y parientes están a salvo. Pero después de ser testigos, vivir en en persona o saber los detalles de víctimas, la mayoría tiene la sensación de impotencia, miedo e inseguridad. La profundidad del trauma emocional variará. En momentos de crisis, dependiendo de nuestras experiencias anteriores, todos respondemos de diferentes maneras.
Este documento no pretende reemplazar la ayuda de profesionales. Usted y el doctor de la familia son quienes pueden determinar mejor las necesidades de ésta. Así un niño no vive en carne propia un desastre, estar expuesto a él puede ser una señal de que el mundo no siempre en un lugar seguro y ordenado.
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Cortesía de ADRA y Ministerio Juvenil Unión Iglesias Adventista de P.R
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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