El Principio de los Principios

En el principio, el Creador del Universo plantó un jardín con las palabras de su boca. Él es el mismo que se inclinó de su trono de gloria para oír cada una de nuestras súplicas. ¡Sí! El “Padre de la Eternidad” nos trata como “hijos”. El Rey de Gloria se hizo hombre y así se convirtió en Emanuel, Dios con nosotros. Él se despojó de la majestad, rechazó la honra del Cielo y aceptó los clavos y la cruz. ¡Y todo esto por amor! El amor es la verdadera esencia de Dios, el principio de la vida, el principio de todo.

No hay absolutamente nada capaz de cambiar este principio. Lo que podría suceder sería su decisión de no aceptarlo. En este caso, Dios lo respetaría. Él deja a nuestra voluntad, la elección de amarlo o no. Y por más absurdo que pueda parecernos esta actitud de Dios, este es el argumento irrefutable de la perfecta justicia divina, porque la libertad es la primera de todas las pruebas de amor.

Es verdad que este mundo no irá mucho más lejos. Es posible que él se acabe mucho antes de lo pronosticado por los calendarios científicos. Pero la promesa de un nuevo principio es hecha por Quien es eterno. Es Jesús mismo quién dice: “Yo hago nueva todas las cosas” – Apocalipsis 21: 5

El Creador de un nuevo Cielo y de una Nueva Tierra promete dar a su vida, un nuevo principio que será eterno.