CALVIN COOLIDGE, ex presídeme de los Estados Unidos de Norteamérica era famoso por ser un hombre de pocas palabras. Un día regreso a su casa después de ir a la iglesia y su esposa le preguntó.
¿Cómo estuvo el servicio, señor Presidente?»
— Bien.
— ¿De qué habló el pastor?
— Del pecado.
— ¿Qué dijo?
— Esta en contra.
Afortunadamente, la Biblia no habla simplemente del pecado. Uno de sus temas centrales es la salvación del pecado. ¿Y qué es realmente el pecado?
Tipos de pecado
Obviamente, las cosas malas que hacemos son pecado, como engañar, robar y tomar el nombre de Dios en vano. Los llamamos pecados premeditados. Los diez mandamientos tratan mayormente de las cosas malas que debemos evitar. Por eso la Biblia define el pecado como «trasgresión de la ley» (1 Juan 3:4).
Sin embargo, también hay pecados de omisión. De acuerdo con el apóstol Mateo. Jesús dirá algún día a los pecadores: «Tuve hambre, v ustedes no me dieron nada de comer: tuve sed y no me dieron nada de beber; fui forastero, y no me dieron alojamiento, necesité ropa, y no me vistieron; es- tuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron» (Mateo 25:42.43). Tales personas se perderán por causa del bien que dejaron de hacer.
Una tercera forma de pecar es con el pensamiento Jesús dijo que cometemos asesinato cuando odiamos a alguien, y adulterio cuando tenemos pensamientos lascivos (véase Mateo 5:21. 22. 27. 28).
En mi casa tengo una chimenea que utiliza gas propano. Recuerdo que muchas veces por la mañana bajé al sótano a revisar la calefacción, y sentí un fuerte olor a gas. Miraba el tanque, y estaba apagado. Aun así, cada mañana el olor parecía más fuerte.
¿Cree usted que pedí a la compañía de gas que cambiara el aroma del gas, para que mi hogar no oliera tan mal? ¡Por supuesto que no! Aún estarla en peligro de estallar Era necesario reparar la fuga.
Lo mismo sucede con el pecado Es mortal y tenemos que deshacemos de él, no cubrirlo o remendarlo.
El pecado esclaviza
El pecado es una forma de esclavitud, como sabe cualquiera que ha ruchado con una adicción Jesús dijo que «todo el que peca es esclavo del pecado» (Juan 8:34). El rey Salomón escribió «Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan» (Proverbios 5:22). Todos somos adictos al vicio del pecado. Gracias a Dios. Jesús vino a liberar a los prisioneros del pecado. En Roma- nos 6:16, el apóstol Pablo escribió: «¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia». Sin embargo. Dios desea salvamos del pecado. Es por eso que el mismo apóstol continúa diciendo: «En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la justicia» (Romanos 6:18). Dios no desea realizar una simple labor cosmética en nuestro beneficio. Desea liberarnos completamente de nuestros pecados y adicciones. Y cuando esto suceda, seremos es- clavos de la justificación.
Pasos para derrotar el pecado
La cuestión es, ¿de qué manera se libera una persona de la esclavitud del pecado? Son varios los pasos necesarios para conseguirlo.
Convencimiento
No podemos dejar de pecar si ames no reconocemos que está mal. Para este fin, lo primero que Dios hace es enviar al Espíritu Santo para convencemos de que nuestras acciones son incorrectas (Juan 16:8).
Arrepentimiento
Una vez coloqué un letrero en el cristal de mi automóvil, que decía: «Si vas por el camino equivocado, Dios permite dar vueltas en U”. El arrepentimiento significa que nos sentimos tristes por nuestros pecados y. en consecuencia, nos alejamos de ellos. La salvación tiene que ver con estas «vueltas en U”. Cuando el Espíritu Santo nos convence de que somos pecadores, nos arrepentimos. Deseamos que la dirección que lleva nuestra vida dé un giro completo.
Justificación
La Biblia nos adviene que «la paga del pecado es muerte» y señala que todos hemos pecado (Ro- manos 6:23). No hay un solo ser humano que por sí mismo califique para la vida eterna. No obstante. Dios nos ama y desea que pasemos la eternidad con él. Por tanto, diseñó un plan que le permitiera justificamos y hacemos dignos de obtener la vida eterna. Obviamente, no podemos recibir esa justificación por el simple hecho de respetar al pie de la letra las leyes de Dios. En vez de ello. Dios nos da su propia justicia. Acredita en nuestra cuenta su propia vida santa (Romanos 3:20-22; 4:1-5), de manera que aun cuando nuestro carácter conserve algunos defectos, apareceremos perfectos ante Dios. La Biblia llama «justificación” a esta transacción.
Conversión
Al mismo tiempo que Dios nos justifica, también transforma nuestro interior mediante un proceso llamado “nuevo nacimiento” o «conversión» Pablo le da el nombre de «renovación» de la mente El profeta Ezequiel lo llama hacerse de «un corazón nuevo» (Romanos 12:2; Ezequiel 18:31). La conversión nos cambia por dentro, así que los pecados que un día amamos, al siguiente los odiamos. Las personas convertidas piensan en forma diferente a las no convertidas. Las cosas que antes no tenían sentido para nosotros, de pronto lo tienen.
Santificación
Muchas personas piensan que basta con dejar de pecar para ganar el favor de Dios. Por supuesto, es verdad que Dios desea que no pequemos más. Sin embargo, dejar de pecar es el último paso del proceso de salvación, no el primero. Esforzarse para vencer al pecado antes de estar convencidos de su existencia, de arrepentirse del mismo y experimentar justificación y conversión, ¡seria como tratar de construir el techo de una casa antes de colocar los cimientos!
Seguramente será necesario realizar un gran esfuerzo para superar nuestros pecados y adicciones, pero una vez que experimentemos la convicción del pecado, el arrepentimiento, la justificación y la conversión, tendremos el poder de Dios que nos ayudara a poner un alto al mal comportamiento. La Biblia llama «santificación» a este proceso de obtener la victoria sobre el pecado.
Si fallamos
Algunas personas piensan que al momento de volverse cristianas pueden ser capaces de abandonar instantáneamente todos sus hábitos pecaminosos. Este es un malentendido en absoluto realista y muy desalentador. Ser cristiano no significa que jamás volveremos a pecar. Es por eso que el apóstol Juan declaró: «Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo» (1 Juan 2:1). Cuando nos arrepentimos, pero en nuestra debilidad humana volvemos a pecar. Jesús nos perdona. Contamos con la siguiente promesa; «Si confesamos nuestros pecados. Dios, que es fiel y justo, nos los perdonara y nos limpiará de toda maldad- (1 Juan 1:9).
Entonces, por supuesto, la última etapa del plan de salvación se llama glorificación, la cual tendrá lugar cuando seamos recibidos por nuestro Dios en el Cielo, ¡ya con cuerpos glorificados!
Tal es el plan de Dios para salvamos de nuestros peca- dos y adicciones. Si usted ha luchado continuamente para superar cienos pecados o alguna adicción, le insto a dar los pasos señalados anteriormente. ¡Usted puede ser libre!
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
Síguenos en las redes:
Telegram WhatsApp Facebook