El Cristiano para tener éxito en la iglesia y en el mundo tiene que entender cuáles son las herramientas que Dios le ha otorgado y cómo debe usarlas para su propio bien y para beneficios de otros. A Adán y Eva se les confió tres herramientas en ocasión de la creación para que fueran buenos mayordomos de Dios.
TIEMPO
El tiempo es el elemento de la vida que todos poseemos. Cada uno tenemos la misma cantidad de tiempo durante el día. Lo que hace la diferencia entre una persona y otra, es la manera de cómo administrar esta herramienta. El tiempo es nuestro regalo más precioso, porque el tiempo es la esencia dela vida. cuando Dios sopló en el hombre el aliento de la vida, el hombre fue un alma viviente.
Su vida se inició en ese instante, y de acuerdo a los planes de Dios, hubiera durado para siempre. Sin embargo, según Génesis 5:5, Adán solo vivió 930 años. Hoy en día, el hombre tiene un promedio de 70 a 80 años si le va bien en sus salud física. Cuando el hombre muere, se le termina el tiempo, lo demás ya no tiene ningún valor.
El tiempo es un recurso no renovable, no puede reconstruirse, no puede almacenarse o ahorrarse como el dinero. Muchos dicen: «ahorremos tiempo», eso no es real, el tiempo de ayer no puede usarse hoy. El que no aprovecha bien su tiempo, lo gasta, y tiempo perdido es vida desperdiciada. Recuerda, el tiempo es vida.
Debido a que cada persona tiene una provisión limitada de este recurso tan valioso, es vital que cada momento sea usado sabiamente y a la máxima capacidad. No debe desperdiciarse. Por ejemplo, si una persona tiene un compromiso y deja a otra persona esperando por 30 minutos innecesariamente. Por esta negligencia ha robado 30 minutos de vida de esta persona. Tiempo perdido, ya no se puede
reponer.
Otro ejemplo claro acerca del tiempo, lo encontramos en el deporte. Cuando el árbitro pita el final del partido, se terminó el tiempo, no importa cuál sea el marcador. El que perdió, perdió; y el que ganó, ganó; ya no hay nada que hacer. Así es la muerte, cuando se termina el tiempo, se terminó la vida, ya no hay nada que hacer: el dinero y el talento no tienen valor.
TALENTO
El tiempo por sí solo no sería de ningún valor si uno fuera incapaz de hacer algo. Recuerda que en el plan de Dios, el hombre fue colocado en el jardín del Edén para que hiciera algo: «cuidarlo y guardarlo» (Génesis 3:15). Al hombre le fueron dadas las destrezas, habilidades necesarias para ejecutar su labor. Todos los seres humanos tenemos habilidades que Dios nos ha otorgado. Algunos pueden hacer una cosa, otros pueden hacer otra.
El talento no es suficiente si no sabemos usarlo. Nadie fracasa en esta vida porque no tiene talento. Dios en su sabiduría, otorga a cada uno de sus hijos algún talento que lo capacita para desenvolverse en la vida. Muchos fracasan en la vida no por la falta de talento sino porque no saben administrar el talento que Dios les ha dado.
POSESIONES
El tiempo y los talentos por sí solos serían insuficientes, por ejemplo; un pintor necesita un pincel, un escritos, una pluma o una computadora para poder escribir. Todos tenemos que poseer algo para aprovechar el tiempo y usar el talento. No hay nada de malo con obtener y mantener posesiones, de eso se trata la mayordomía. Lo malo ocurre cuan do el ser humano reclama ser dueño de las posesiones y no reconoce que le dueño es Dios y que uno es sólo un mayordomo de los recursos que Él nos da.
Cuando Dios creó al hombre y le dio la vida, en ese momento le dio tiempo, después le dijo que cuidara el jardín, en ese instante le dio talento para que supiera cómo hacerlo. Según el relato bíblico, Dios hizo al hombre en el sexto día y le dio un jardín para vivir. ¿De quién era el jardín? Adán no podía decir: «es mío» porque cuando él empezó a vivir, el jardín ya existía.
«Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto del Edén, para que lo labrara y lo guardase» (Génesis 2:15) La función de Adán no era construir el jardín, su única función era que trabajase en él y lo cuidara. De paso, algunos creen que el trabajo es un castigo de Dios como consecuencia del pecado cuando dijo: «Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra…» (Génesis 3:19) Los haraganes y perezosos dirían: «amén», el trabajo es un castigo de Dios.
Antes que Adán y Eva pecaran, Dios les dijo que labraran (trabajaran) y guardaran (cuidaran) el jardín. Nadie triunfa en la vida sin trabajar, y el trabajo es una bendición de Dios porque es el medio por la cual uno puede ejecutar los talentos que el Señor nos ha dado.
Como hijos de Dios, todos hemos recibido las herramientas necesarias para que triunfemos en la vida: El tiempo, el talento y las posesiones. ¿Quién da el tiempo? Dios. ¿Quién da el talento? Dios. ¿De quién es el mundo donde naciste? de Dios. El progreso y la cantidad de posesiones que tengas, dependerá mucho de cómo uses el tiempo y el talento, pero nunca olvides que lo poco o mucho que logras en esta vida, todo, completamente todo, se lo debes a Dios.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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