El razonamiento pareciera tener sentido para quienes se consideran gente buena, que toman decisiones de forma responsable, pero que no tienen ningún asidero bíblico.
La buena noticia es que no tenemos que arreglar nuestra vida antes de aceptar a Cristo, sino que lo que debemos hacer es aceptar a Cristo para que él arregle nuestra vida. Leamos cómo lo presenta Jesús: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» ( al. 11: 28). ¿Lo podemos ver? Cristo no espera que nos liberemos de nuestras cargas y aminoremos nuestros trabajos o dificultades antes de rendirnos a él, sino que nos invita a entregamos y una vez que estamos con él, entonces no nosotros, sino él, producirá los cambios y nos dará el descanso que necesitamos.
No tiene sentido que alguien crea que debe arreglar su vida antes de acudir a Cristo, porque tal cosa es imposible. Precisamente por eso Cristo nos invita a aceptarlo. Si pudiéramos arreglar nuestra vida antes de acudir al Señor, entonces ya no necesitamos ir a él, porque ya habríamos hecho lo que él promete hacer por nosotros. Creer posible tal cosa es aferramos a una utopía. Jesús dijo: «Separados de mí no pueden ustedes hacer nada» (Iuan 15: 5).
Mucha gente tiene su vida espiritual estancada o detenida porque están esperando resolver «algunos defectos o problemas» que, según ellos, Cristo no los recibiría si los tienen. Pero podemos creer esto con todo nuestro corazón: Dios nos recibe como estamos, aunque no nos deja como nos encuentra.
La verdadera religión es fácil y buena porque no es una invitación para personas que tienen su vida limpia, arreglada y sin cuentas pendien tes, sino para aquellos que cuando se miran re conocen sus faltas, errores y pecados pero aun así, pueden creer que Dios los ama y los recibe como están, para transformarlos por su gracia y su poder.
Fíjate en estas palabras: «Si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasa do, ha llegado ya lo nuevo!» (2 Corintios 5: 17). ¡Extraordinario! ¿Cuándo somos nuevos? ¿Cuán do las cosas viejas son hechas nuevas? Somos nuevos cuando estamos en Cristo. Entonces el orden correcto no es arreglar la vida y luego ir a Cristo, sino que primero nos aseguramos de estar en Cristo, y luego él se encarga de hacer el resto.
¿Nos damos cuenta? ¡Fácil y bueno!
Autor: Roberto Herrera
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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