Vamos, vamos, Chape. El sonido resonó fuerte en el estadio Atanasio Girardot de Medellín, Colombia. Fueron 44.000 voces antes de que comenzara la ceremonia, dando una lección al mundo que, sin duda, «no es sólo el fútbol.» Todo en honor a Chapecoense, que en el estadio, el miércoles, jugaría el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana. La tragedia, 71 muertos en un accidente de aviación, un equipo, una ciudad y un país devastado, todavía deja a todos desconcertados, en este clima, Medellín muestra al mundo que puede haber hermandad entre los pueblos.
Solidaridad que tuvo momentos intensos en el homenaje de la tarde/noche Colombiana. Así Medellín hizo una reverencia histórica e inolvidable para Chapecoense, Brasil, Santa Catarina, Chapecó. En la parte final del homenaje, las escenas más emocionantes. Varios niños vestidos con el uniforme de Chapecoense, lanzando globos blancos en cuanto el maestro de ceremonias anunciaba el nombre de cada uno de los 19 jugadores que murieron en el accidente. En secuencia, los periodistas brasileños y la tripulación también tenían sus nombres recordados, y los aficionados arrojaron flores en el césped, al menos por una noche, se convirtió en el segundo hogar de Chapecoense. Medellín dio un hermoso partido. Sin equipos, sin balones, sin árbitros. Sólo el espíritu de juego. Un partido. El partido a todos. De todos nosotros.
El dolor no puede existir en el ambiente del cielo. Allí no habrá más lágrimas, ni cortejos fúnebres, ni manifestaciones de duelo. “Y la muerte no será más; ni habrá más gemido ní clamor, ni dolor; porque las cosas de antes han pasado ya.” “No dirá más el habitante: Estoy enfermo; al pueblo que mora en ella le habrá sido perdonada su iniquidad.” Apocalipsis 21:4; Isaías 33:24 (VM). —El Conflicto de los Siglos, 734
Si al comienzo de la Biblia esta el relato de la entrada del dolor y el sufrimiento, en su final hay promesas de un nuevo cielo y una nueva tierra donde todo esto va a durar. Agradecemos a Dios por la guía segura de su Palabra, porque esperamos una tierra en la que podemos vivir felices sin miedo, decepción y sufrimiento. Cuan bueno es saber que algo mejor nos espera. Esto es tan fuerte, tan poderoso, que en el momento de la crisis, el peso es soportado con mayor valor. Espero que su gran sueño sea también muy pronto estar en el lugar donde la alegría reinará para siempre. Por lo tanto, crea en el Señor y usted estará a salvo. Crea en sus profetas y va a prosperar.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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