Es común ver este hecho entre las personas en tomar el nombre de Dios.
Debemos hacernos la siguiente pregunta:
¿Por qué es que yo no puedo tomar el nombre de Dios en vano y por qué es que Dios pide eso?
Todas las veces que yo pronuncio la palabra «Dios», Él detiene todo y me atiende. Cuando yo digo «Señor», cuando decimos «Dios», la mirada del Creador de los cielos y de la tierra se vuelcan para mí y para ti. Es por eso que Dios tiene como mandamiento «No tomarás el nombre de tu Dios en vano porque Él no tendrá por inocente a aquél que lo haga».
Es por eso que nosotros no podemos hacer las típicas expresiones como «¡Oh Dios mío!» «Oh my God!» «Meu Deus do céu!» porque esto es un llamado en vano que le hacemos a Cristo.
Nosotros no podemos involucrarnos con chistecitos y bromitas acerca de Dios y la biblia. Cada vez que leas o escuches a alguien hacer un chiste tú no debes reírte y debes de dejar en claro y decir a Dios «Señor, a mí no me parece gracioso que tomen tu nombre y tus escrituras como chiste», y lo mismo debes dar a saber a estas personas que hagan chiste (cuando se es necesario dependiendo de la circunstancia).
Tema a Jehová toda la tierra; teman delante de él todos los habitantes del mundo. Salmos 33:8
Los santos ángeles se han disgustado debido a la forma irreverente en que muchos han usado el nombre de Dios, el gran Jehová. Los ángeles mencionan el sagrado nombre con la mayor reverencia, velando siempre sus rostros cuando pronuncian el nombre de Dios; y el nombre de Cristo es tan sagrado para ellos que lo repiten con la más grande de las reverencias. —Testimonies for the Church 1:410
Este mandamiento no sólo prohíbe el jurar en falso y las blasfemias tan comunes, sino también el uso del nombre de Dios de una manera frívola o descuidada, sin considerar su tremendo significado. Deshonramos a Dios cuando mencionamos su nombre en la conversación ordinaria, cuando apelamos a él por asuntos triviales, cuando repetimos su nombre con frecuencia y sin reflexión. “Santo y terrible es su nombre”. Salmos 111:9. Todos debieran meditar en su majestad, su pureza, y su santidad, para que el corazón comprenda su exaldado carácter; y su santo nombre se pronuncie con respeto y solemnidad. —Historia de los Patriarcas y Profetas, 314.
Tendríamos que reverenciar la Palabra de Dios. Deberíamos manifestar respeto por cada ejemplar de ella, no darle usos comunes ni manejarlo descuidadamente. Nunca se debería citar la Escritura en broma, ni usarla para decir un chiste. “Toda palabra de Dios es limpia”. “Como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces”. Proverbios 30:5; Salmos 12:6. {CPI 456.2}
Por: Richard Vargas
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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