Testimonio de Niño adventista que no asistió a la escuela los sábados

Después que los docentes se negaran a trabajar durante mas de dos meses porque querían mejores salarios, al regreso a clases la maestra dijo a los niños que tendrían que trabajar muy duro para compensar los dos meses de vacaciones. Ella agregó un día extra de clases cada semana: los sábados.

Luis no quería estudiar los sábados, pues había entregado su corazón a Jesús en una Escuela Cristiana de Vacaciones.

Luis, nervioso, se acercó a la maestra luego de la última clase del viernes.

“Soy adventista del séptimo día. Por favor, déjeme tomar el examen otro día porque los sábados asisto a la iglesia”, dijo Luis.

La maestra pensó por un momento.

“Déjame ver”, respondió ella, “Veamos tus calificaciones”.

Ella no le había respondido ni que sí ni que no. Pero Luis siempre había tenido buenas calificaciones, por lo que esperaba que la maestra lo dejara faltar a clases los sábados. Fue a su casa y les contó a sus padres, que no asistían a la iglesia, acerca de esa situación.

“Depende de la maestra” dijo su madre, “Si la maestra te da permiso, puedes faltar a clases los sábados. Pero si no te da permiso, debes asistir a la escuela”.

Antes de acostarse, Luis oró.

“Ayúdame y haz que la maestra me de permiso”, oraba, “el sábado es un día santo apartado por ti y debo adorar en ese día”.

La maestra no le había dado permiso. Sus padres tampoco le habían dado permiso. Pero Luis decidió ir a la iglesia el sábado de mañana.

En la iglesia, Luis no le contó al pastor ni a nadie más acerca de su problema. Se sentía avergonzado. Pero seguía orando a Dios para que convenciera a la maestra de que lo dejara faltar a las clases de los sábados.

Luis se sentió nervioso cuando llegó a la escuela el lunes a las 7 de la mañana. No quería hablar con la maestra.

Ella no le dijo nada durante todo el día. Cuando los niños se estaban retirando al final del día, la maestra lo llamó al frente del salón. Él se acercó muy nervioso.

La maestra sonrió.

“Está bien”, le dijo, “Tus calificaciones son buenas. Voy a dejar que compenses el trabajo escolar del sábado los otros días de la semana”.

¡Luis estaba emocionado! Dios había respondido a su oración. Con una sonrisa en su cara, corrió a casa lo más rápido que pudo para contarles a sus padres.

“Está bien, puedes ir a la iglesia, entonces”, le respondió su madre.

Cuando se fue a acostar esa noche, Luis oró: “Gracias por ayudarme a obtener permiso para ir a la iglesia los sábados”. Cuando abrió sus ojos la mañana siguiente, agradeció nuevamente a Dios.

Nota completa en: Noticias.adventistas.org

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Pensamiento de hoy

- Elena G. White


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