No quiero discutir sobre el arte de preparar un sermón, mucho menos incluir en estas pocas líneas todos los conceptos involucrados en la creación de un sermón; Sin embargo, me gustaría compartir algunas ideas prácticas y simples que me han ayudado durante mi ministerio pastoral.
Preparar un sermón no es tan complicado o difícil como muchos piensan. Sin embargo, es muy importante que cada predicador encuentre su propio estilo. Si aún no ha encontrado su estilo personal, trate de aprender del ejemplo de buenos predicadores que son similares a usted en personalidad y estilo.
La verdad es que un buen sermón proviene del corazón, de la experiencia del predicador y de su relación personal con Dios. Además de eso, su efecto se completará cuando el mensaje satisfaga las necesidades del oyente. Sin embargo, hay ciertos principios que un predicador necesita saber y considerar al preparar un sermón.
CARACTERÍSTICAS IMPORTANTES
Conozca a sus oyentes. ¿Quién va a escuchar el sermón? ¿Cuáles son sus necesidades? Algunos de sus oyentes pueden estar desempleados o tener problemas físicos, financieros, espirituales o de salud. No se puede simplemente predicar por el bien de la predicación. Su mensaje tiene que llegar a estas personas con sus diferentes necesidades. Sus oyentes son jóvenes, viejos, mujeres, hombres, cristianos, no cristianos, todos esperando algo que toque sus corazones. Es importante conocer a tu audiencia.
Elige el tema. El tema debe interesar a quienes escuchan el sermón. El tema también debe ser uno que te motive a predicar. El tema debe estar claro en tu mente para que no suene confuso para los oyentes. El mensaje también debe adaptarse a la ocasión y al lugar. ¿Es el tema apropiado para la adoración del sábado ? ¿Para una reunión de oración los miércoles? ¿Es doctrinal, evangelístico o pastoral?
Encontrar los textos bíblicos. He escuchado algunos sermones donde el predicador no abre la Biblia, ni una sola vez. Esto es una tragedia. Un texto clave proporciona la base bíblica y espiritual adecuada para el mensaje, y les recordará al predicador y a los oyentes que el mensaje no proviene del hombre sino de Dios. La cercanía con la Biblia también contribuye a nuestra preparación espiritual adecuada, teniendo en cuenta que siempre debemos orar antes de leerla.
Recopilar información y materiales de investigación. Es bueno cuando el predicador disfruta de la investigación y busca algo más para complementar el mensaje. La congregación conoce la diferencia entre un sermón improvisado y uno que ha sido preparado adecuadamente. Use comentarios bíblicos u otros recursos apropiados, diferentes versiones bíblicas, libros devocionales más antiguos, buenas revistas y citas del Espíritu de Profecía. Estos materiales complementarios iluminarán su mente con conceptos e ideas que enriquecerán su mensaje.
Escribe el título. El tema o título del sermón debe ser simple pero interesante. Resuma en una palabra o frase corta todo lo que quiera decir en el sermón. Muchas personas serán atraídas al sermón simplemente por el tema. ¿Qué esperas como resultado de tu sermón? Intenta comunicar eso en el tema.
Haz un bosquejo. Un bosquejo ayuda al predicador a esquematizar y sistematizar el mensaje en la mente y le da equilibrio al cuerpo del mensaje. Cada sermón debe tener una estructura básica: introducción, cuerpo, conclusión. Cada parte debe tener una duración específica: cinco minutos para la introducción, 20 minutos para el cuerpo y cinco minutos para la conclusión es una buena guía. Todas las partes son importantes porque una se basa en la otra.
Escribe todo el sermón. Para tener una visión detallada de todo el mensaje y registrar ideas que puedan olvidarse, es importante escribir literalmente todo el sermón. Esto evita que el predicador olvide información al predicar y que gire en círculos. Además, el sermón se puede guardar y volver a usar en otro momento.
Practica tu sermón. Después de escribir todo el sermón, predica en voz alta para una congregación imaginaria. (Esto puede parecer una locura, pero no lo es). Esta práctica lo ayudará a articular las palabras, memorizar los conceptos, fortalecer su desempeño, eliminar partes que no son tan importantes y ayudarlo a no ser cautivo de un esquema al presentar el mensaje. También lo ayudará a establecer el contacto visual más importante con sus oyentes. A veces le pido a mi esposa que escuche los puntos principales de mi mensaje. Su opinión es importante, porque si a ella como mi esposa no le gusta mi sermón, a la iglesia tampoco le gustará.
Presta atención al contenido y al estilo. Muchos sermones son como ciertos tipos de alimentos: indigestos, insípidos y nutricionalmente vacíos. Si un sermón no tiene los nutrientes necesarios para alimentar y desafiar a los oyentes con un propósito, no se alcanza el objetivo del sermón. Los sermones sin contenido o propósito pueden resultar en una generación de cristianos anémicos o espiritualmente hambrientos. Los sermones agresivos pueden hacer que las personas se sientan públicamente ofendidas o avergonzadas. Nunca olvides que Cristo es el centro de nuestro mensaje, y la presentación debe hacerse con el amor del Espíritu Santo.
Hacer llamados. He escuchado hermosos sermones con maravillosas presentaciones, contenido e ilustraciones; sin embargo, no se hizo ninguna apelación al final. Este es un gran problema en la predicación de hoy. Sin una apelación, no se toman decisiones. Aquellos que fueron preparados por el Espíritu Santo para responder positivamente al mensaje pueden sentirse frustrados porque no se les dio la oportunidad de expresar una decisión pública. Hagamos llamamientos con energía, confianza, claridad y por el poder del Espíritu Santo.
La predicación es una ciencia que pueden desarrollar y mejorar aquellos que hacen los preparativos apropiados. Es nuestro privilegio ser instrumentos de las bendiciones de Dios cuando abrimos Su Palabra ante Su pueblo. El profeta Isaías tenía razón cuando dijo: «!!Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: !!Tu Dios reina!» (Isaías 52: 7). Que Dios los bendiga y los guíe mientras preparan su próximo sermón.
Por Jonas Arrais, secretario ministerial asociado de la Conferencia General, a través de Elder's Digest
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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