Hay cinco problemas principales en la raíz de este evangelio falso que nos ha invadido con éxito mientras nuestra guardia estaba baja. ¿Cuál es el corazón de este conjunto bien definido de creencias con respecto a la salvación?:
1. Pecado involuntario –— Esta es la creencia de que todos se convirtieron en pecadores simplemente por nacer.
2. La naturaleza no caída de Cristo — Esta es la creencia de que la humanidad que Cristo tomó sobre sí mismo era la naturaleza sin pecado de Adán como era antes de la caída, o que tenía una naturaleza híbrida, en parte caída y en parte no caída.
3. Salvación solo por justificación — Esta es la creencia de que el fundamento de la salvación del cristiano es solo la justicia justificadora, a diferencia de la justicia transformadora y empoderadora de la regeneración y santificación, que son solo resultados de la salvación.
4. La justificación es exclusivamente declarativa, y no transformadora — Esta es la creencia de que justificar la justicia solo declara justo al creyente, a diferencia de hacerlo realmente justo.
5. El imperfectible carácter cristiano – Esta es la creencia de que incluso a través de la fuerza divina impartida, la perfecta obediencia a la ley divina sigue siendo imposible para el cristiano en esta vida.
A la luz de estas creencias del evangelio evangélico, es imperativo que entendamos el verdadero evangelio. A continuación se presentan algunas breves respuestas al evangelio evangélico:
1. El pecado es voluntario. «Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; porque el pecado es infracción de la ley». (1 Juan 3: 4.) Elena de White llama a esto la definición clara del pecado, la verdadera definición del pecado, y ocho veces lo llama la única definición del pecado. Al comentar este versículo, ella dice que significa transgredir voluntariamente la ley de Dios en pensamiento, palabra o acción. (ST 30 de abril de 1896) «Por tanto, al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado». (Santiago 4:17) “Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.”. (Juan 9:41) El pecado por el cual somos condenados y perdidos nunca es involuntario o un estado de nacimiento.
2. La naturaleza caída de Cristo. “Habría sido una humillación casi infinita para el Hijo de Dios revestirse de la naturaleza humana, aun cuando Adán poseía la inocencia del Edén. Pero Jesús aceptó la humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado. Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin pecado.». (DTG 32) Cristo no se eximió de nuestra naturaleza para poder ser tentado como nosotros, desde fuera y desde su propia naturaleza.
3. Salvación por justificación y santificación. “Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad”. (2 Tes. 2:13) La justificación y la santificación son ambas partes necesarias de un proceso de salvación. La justificación no es más importante que la santificación.
4. La justificación no es solo una declaración. «Habiéndonos hecho justos mediante la justicia imputada de Cristo, Dios nos declara justos y nos trata como justos… siendo, por tanto, justificados por la fe». (1SM 394) La justificación nunca puede limitarse a la declaración únicamente. Siempre es un proceso transformador.
5. Es posible la obediencia perfecta a Dios. «derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,». (2 Cor. 10: 5) «Todo el que por fe obedezca los mandamientos de Dios alcanzará la condición de impecabilidad en la que vivió Adán antes de su transgresión». (PHI 146) Una de las mentiras más aceptadas de Satanás es que la obediencia perfecta a Dios es imposible mientras tengamos una naturaleza caída.
Por Dennis Priebe
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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