La muerte de los mártires no puede compararse con la agonía sufrida por el Hijo de Dios. Y deberíamos tener una visión más amplia y profunda de la vida, los sufrimientos y la muerte del querido Hijo de Dios. Cuando el sacrificio expiatorio se considere correctamente, la salvación de las almas se sentirá de un valor infinito. En comparación con la empresa de la vida eterna, cualquier otra se hunde en la insignificancia. Pero cómo se han despreciado los consejos de este amoroso Salvador.
¿Por qué el sufrimiento de Cristo fue más terrible que el de otras personas que han dado su vida por él? Si los sufrimientos de Cristo consistieran sólo en el dolor físico, entonces su muerte no fue más dolorosa que la de algunos de los mártires… El dolor corporal no fue más que un elemento en la agonía del querido Hijo de Dios. Los pecados del mundo estaban sobre él, también el sentido de ira de su Padre al sufrir el castigo de la ley. Fueron éstas las que aplastaron su alma divina. Fue el ocultamiento del rostro de su Padre, la sensación de que su propio Padre querido lo había abandonado, lo que trajo la desesperación. La separación que el pecado hace entre Dios y el hombre fue plenamente comprendida y vivamente sentida por el inocente y sufriente Hombre del Calvario. Estaba oprimido por los poderes de las tinieblas. No tenía ni un solo rayo de luz para iluminar el futuro.
Legiones de ángeles malvados rodeaban al Hijo de Dios. Sin embargo, a los santos ángeles se les ordenó que no rompieran sus filas y entraran en conflicto con el injurioso enemigo. A los ángeles celestiales no se les permitió atender el espíritu angustiado del Hijo de Dios. Fue en esta terrible hora de tinieblas, con el rostro de su Padre oculto, con legiones de ángeles malignos cubriéndole, con los pecados del mundo sobre él, cuando las palabras fueron arrancadas de sus labios: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».
gracias por este tan importante historia