LA VOZ DE DIOS: Es el Espíritu Santo que nos habla.
- Es el Consolador que Jesús prometió (Juan 16:7),
- la lluvia temprana el día del Pentecostés. (Hechos 2:4).
- Una manifestación del Espíritu Santo aún más abundante que en el Pentecostés.
- La gran promesa de Dios es que él enviará la lluvia tardía en el fin del tiempo.
- Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno. Zacarías 10:1.
Pero no tenemos que esperar el fin.
Esa promesa es también para la actualidad.
Una advertencia: “Vi que muchos descuidaban la preparación tan necesaria, esperando que el tiempo del “refrigerio” y la “lluvia tardía” los preparase para sostenerse en el día del Señor y vivir en su presencia”.
Nuestra Elevada Vocación, 348 (diciembre 5).
Los obedientes, es decir, los que no descuidan la preparación.
Y nosotros somos testigos de estas cosas; y también el Espíritu Santo, el cual Dios ha dado a los que le obedecen. Hechos 5:32.
¿Pero cómo trabaja el Espíritu Santo?
Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Juan 16:8.
“…el Espíritu hace que los hombres reconozcan sus pecados, les señala la salvación y la justicia que hay en Jesús, y los amonesta de las consecuencias de continuar en sus pecados y de descuidar la salvación que se les ofrece gratuitamente” CBA de Juan 16:8.
Esto es lo primero que el Espíritu Santo hace en tu vida. Esto es como poner el fundamento de una casa.
El Espíritu Santo nos habla a través de la conciencia.
“A medida que vuestra conciencia ha sido vivificada por el Espíritu Santo, habéis visto algo de la perversidad del pecado, de su poder, su culpa, su miseria; y lo miráis con aborrecimiento. Sentís que el pecado os separó de Dios y que estáis bajo la servidumbre del poder del mal. … Ansiáis ser perdonados, limpiados y libertados”. El Camino a Cristo, 49.
Te convence de pecado, de justicia y de juicio. (Juan 16:8).
Así es la obra del Espíritu en nosotros.
“El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Juan 3:8.
Primero es poner el fundamento, luego el proceso de edificación (santificación), la formación de Cristo en nosotros. Primero la lluvia temprana, luego caminar con Cristo día tras día y finalmente la lluvia tardía.
La santificación es la obra de toda la vida, desde la conversión hasta que Cristo venga.
Este proceso implica en nosotros intentar, tropezar, caer, levantarse, seguir. Conlleva dudas y temor, fe y confianza, chascos, lágrimas y mucha oración.
Por eso Elena White escribió: “A menudo tenemos que postrarnos y llorar a los pies de Jesús por causa de nuestras culpas y equivocaciones; pero no debemos desanimarnos”. El Camino a Cristo, 64.
En este proceso el Espíritu Santo produce en nosotros el fruto del Espíritu.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley.Gálatas 5:22, 23.
Cada día el Espíritu trabaja en nosotros y a través de nosotros, y nos va capacitando para ser la sal de la tierra y la luz en el mundo. (Mateo 5:13,14).
Por Ernesto García, lic. en Teología.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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