El mayor privilegio que Dios puede otorgar a un ser humano es ser llamado a ser su siervo, a pesar de nuestra condición de pecadores indignos. Pero, ¿qué significa ser siervo de Dios?
Según el diccionario de español, un siervo es una persona que sirve a otra y está sujeta a su autoridad. Es alguien totalmente entregado al servicio de otro. En las Escrituras, vemos ejemplos extraordinarios de siervos, siendo el más destacado Jesucristo mismo.
En Filipenses 2:5-8, se nos presenta a Jesús, quien, a pesar de ser Dios, decidió despojarse de su posición y tomar la forma de siervo al encarnarse como un ser humano. Incluso se humilló a sí mismo hasta la muerte en la cruz. Este ejemplo asombroso muestra la entrega total y el sacrificio que implica ser siervo de Dios.
Dios desea que todos los habitantes del planeta sean sus siervos, ya que no quiere que ninguno perezca. A través de las Escrituras, vemos cómo los apóstoles y otros seguidores de Jesús se llaman a sí mismos «siervos de Dios», «siervos del Señor» o «siervos de Jesucristo». Esto demuestra que no solo los líderes religiosos, sino todos los creyentes, están llamados a ser siervos de Dios.
El apóstol Pablo nos dice en Romanos 6:22 que, como cristianos, hemos sido liberados del pecado y hechos siervos de Dios. Esto implica un cambio radical en nuestras vidas. Cuando reconocemos nuestra condición de pecadores y venimos a Cristo, Él nos libera del pecado y nos hace sus siervos. A partir de ese momento, debemos vivir en obediencia a lo que Él nos ordena y buscar la santificación en todas las áreas de nuestra vida.
Ser siervo de Dios implica una obediencia incondicional y una entrega total a su voluntad. El apóstol Pedro nos exhorta a vivir como siervos de Dios, no utilizando nuestra libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como una expresión de gratitud y devoción a nuestro Señor.
Ser siervo de Dios es un privilegio supremo que implica una entrega total y una obediencia incondicional a Dios. Todos los creyentes, sin importar su posición o función, están llamados a ser siervos de Dios. A medida que vivimos en obediencia y buscamos su voluntad, experimentamos las bendiciones y la alegría de ser sus siervos, y podemos confiar en que Él cuidará de nosotros en todas las circunstancias.
¿Estás dispuesto a ser siervo de Dios?
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