El Conocimiento del Santo - A.W. Tozer

Oh, Señor Dios Todopoderoso, no el Dios de los filósofos y de los sabios, sino el Dios de los profetas y de los apóstoles; y mejor que todos, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, ¿me permites reconocer tu santidad?

El cristianismo moderno simplemente no está produciendo el tipo de cristiano que puede apreciar o experimentar la vida en el Espíritu. Las palabras «Estad quietos y conoced que yo soy Dios» no significan casi nada para el adorador confiado en sí mismo y bullicioso del siglo XXI.

Si calláramos, las piedras gritarían; pero si hablamos, ¿qué diremos? Enséñanos a conocer lo que no podemos conocer, porque las cosas de Dios nadie las conoce, sino el Espíritu de Dios. Que la fe nos sostenga donde falla la razón, y pensaremos porque creemos, no para creer.

Este libro es una advertencia: el cristianismo moderno ha perdido la capacidad de experimentar la vida en el Espíritu. La adoración silenciosa y el temor reverente han sido reemplazados por una confianza ruidosa y superficial. Las palabras bíblicas «Estad quietos y conoced que yo soy Dios» se han vuelto vacías para una generación que, aunque próspera externamente, está perdiendo la batalla espiritual interna.

Prólogo : PDF
1 Por qué debemos pensar correctamente sobre Dios : PDF
2 Dios incomprensible : PDF
3 Un atributo divino: Algo cierto sobre Dios : PDF
4 La Santísima Trinidad : PDF
5 La autoexistencia de Dios : PDF
6 La autosuficiencia de Dios : PDF
7 La eternidad de Dios : PDF
8 La infinitud de Dios : PDF
9 La inmutabilidad de Dios : PDF
10 La omnisciencia divina : PDF
11 La sabiduría de Dios : PDF
12 La omnipotencia de Dios : PDF

13 La divina trascendencia : PDF
14 La omnipresencia de Dios : PDF
15 La fidelidad de Dios : PDF
16 La bondad de Dios : PDF
17 La justicia de Dios : PDF
18 La misericordia de Dios : PDF
19 La gracia de Dios : PDF
20 El amor de Dios : PDF
21 La santidad de Dios : PDF
22 La soberanía de Dios : PDF
23 El secreto a voces : PDF

¡Todopoderoso! Me inclino en el polvo ante Ti; Incluso así se inclinan
los querubines velados;
Con devoción tranquila y sosegada Te adoro, amigo omnisapiente y
omnipresente Tú diste a la tierra su manto de esmeralda, o la
cubriste de semilla;
Y el brillante sol, y la suave luna en el cielo, Ante Tu presencia se inclinan.
Sir John Bowrin

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