Si tuviésemos que definir al dios dominante en el cristianismo occidental, podríamos decir que es el entretenimiento, los pasatiempos, el trabajo o el dinero; usted elija.
El secularismo impregna las decisiones de la mayoría de los cristianos, hasta de los cristianos que asisten a la iglesia.
Piense en esto.
- a) ¿Cree usted que la mayoría de los cristianos pasamos más tiempo con Jesús que con cualquier otra persona o cosa en un día determinado?
- b) ¿Es Jesús el centro de mis afectos cristianos?
- c) ¿Giramos en torno a Él una y otra vez, de mañana, al mediodía y a la noche?
- d) El cristianismo no es monasticismo, ni tampoco es aislamiento del mundo.
Siete condiciones principales, aunque podría haber más.
- EL ARREPENTIMIENTO.
- CONFIANZA IMPLÍCITA.
- LA OBEDIENCIA.
- UNA CARGA PARA COMPARTIR.
- INTERCESIÓN PERSISTENTE.
- HONRAR EL TEMPLO DEL CUERPO.
- EL DESEO DE QUE CRISTO MORE EN EL CORAZÓN.
1. EL ARREPENTIMIENTO: HECHOS 2:37, 38
Esta es la condición número uno, sin la cual habría poca diferencia, ya sea que todas las demás condiciones se cumplieran o no.
En la Biblia, el uso de esta palabra implica “un giro radical y moral de la persona integral, para apartarse del pecado en dirección a Dios”.
Esto no es simplemente cambiar de parecer en cuanto a la dirección que tomamos; una concepción común entre muchos cristianos.
Significa un abandono radicalde lo que somos y hacemos.
Este arrepentimiento no es del niño de ocho años que se arrodilla con su mamá antes de irse a dormir y ora: “y perdóname todos mis pecados”, sin ninguna noción real de lo que estos son.
El contexto del sermón de Pedro es claro: ¡Necesitaban arrepentirse de crucificar al Salvador (ver. 22,23)
Marcos 1:15. Juan el bautista fue claro. “Arrepentíos y creed el evangelio”.
La Biblia nos advierte del peligro de personas que se arrepienten demasiado tarde; que desean poder arrepentirse pero son incapaces de hacerlo. (2 Cor. 7:10).
¿Cuál es “la tristeza del mundo”? Esta tristeza es la de aquellos que tienen evidencias convincentes que han hecho un desastre total de su vida, y que ahora captan las terribles consecuencias de eso, como ir a la cárcel o perder a su familia.
Este “arrepentimiento” no cambia el corazón: los llena de temor por lo que se les viene encima.
Esaú y Saúl ejercieron este arrepentimiento, pero nunca tuvieron paz ni perdón (Hebreos 12:16). Habían rechazado al mismo Espíritu Santo que podía cambiar su corazón.
2. LA CONFIANZA IMPLICITA: GALATAS 3:14
Esa es una condición para la recepción del Espíritu de Dios en nuestra vida.
Con mucha frecuencia la gente busca señales y milagros, algo poderoso y sobrenatural que indique que el Espíritu ha llegado finalmente.
Pero debemos confiaren que Dios enviará el Espíritu porque él lo prometió, no porque podamos “sentirlo”.
Una de las declaraciones más importantes que haya leído alguna vez sobre este tema es la siguiente.
Al leerla recuerde que “la bendición” era una típica expresión metodista del siglo XIX, similar al derramamiento del Espíritu en nuestra vida.
Elena G. de White escribió esto en una edad temprana, cuando sus raíces metodistas todavía se evidenciaban en sus escritos.
“El sentimiento de por sí no es fe. Son dos cosas distintas. A nosotros nos toca ejercitar la fe; pero el sentimiento gozoso y sus beneficios han de sernos dados por Dios… La fe verdadera demanda la bendición prometida y se aferra a ella antes de saberla realizada y de sentirla. Debemos elevar nuestras peticiones al Lugar Santísimo con una fe que dé por recibidos los prometidos beneficios y los considere ya suyos. Hemos de creer, pues, que recibiremos la bendición porque nuestra fe ya se apropió de ella, y según la palabra es nuestra…Esto es fe sincera y pura: creer que recibiremos la bendición aun antes de recibirla en realidad. Cuando la bendición prometida se siente y se disfruta, la fe queda anonadada. Pero, muchos suponen que tienen gran fe cuando participan del Espíritu Santo en forma destacada, y que no pueden tener fe a menos que sientan el poder del Espíritu. Los tales confunden la fe con la bendición que nos llega por medio de ella. Precisamente, el tiempo más apropiado para ejercer fe es cuando nos sentimos privados del Espíritu.” E. WHITE. PRIMEROS ESCRITOS. Pág. 72.
Cuando cumpla con las diversas condiciones que la Biblia menciona, reclame las promesas del Espíritu en su vida.
Agradezca a Jesús por conferirle su Espíritu y por el deseo celestial de que usted sea henchido de su amor, su poder, su gracia.
Luego, levántese de sus rodillas y dígase que en este día el Espíritu de Jesús controlará su vida, no porque lo sienta, sino porque él dijo que así sería.
3. LA OBEDIENCIA: HECHOS 5:32
32Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
- En la Biblia la fe y la obediencia van de la mano.
- Si confiamos en Dios con todo nuestro corazón, obedeceremos sus mandamientos porque confiamos en él.
- Si obedecemos a Jesús de corazón, es porque hemos llegado a conocerlo lo suficiente para confiar en él.
- Juan 14:23, 1 de Juan 2:5,6.
- Esta obediencia no es legalismo farisaico, para ganar el derecho a ser salvo o bendecido; proviene del corazón, como un deseo auténtico de complacer a Dios.
4. UNA CARGA PARA COMPARTIR: LUCAS 11:13
Esta referencia de Lucas 11 es una historia fascinante, y contiene nuestras condiciones cuatro y cinco para la recepción del Espíritu.
¿Por qué lo queremos en nuestra vida?
Algunos desean al Espíritu para sentir algo maravilloso o etéreo en su vida; otros quieren el don del Espíritu a fin de convertirse en gigantes espirituales.
Pero no es sino hasta que pedimos que el Espíritu llene nuestra alma a causa de bendecir a los demás, que Dios finalmente encuentra un motivo para respondernos.
Si yo tengo poco interés en la salvación de los demás, si no siento preocupación por ellos para conocer a mi Salvador y crecer en él, la venida del Espíritu en mi vida no tendrá ningún sentido.
El Espíritu Santo tiene que ver con conducir a las personas a Cristo.
¿Cómo podría tener el Espíritu, mientras ignoro la mayor necesidad de todas las necesidades de los demás?.
5. INTERCESIÓN PERMANENTE: LUCAS 11:8-10,13
La quinta condición también de halla en la historia que ilustra cómo orar por el Espíritu Santo; de hecho esta es la razón principal que Jesús quiso dar a entender.
La palabra traducida como “importunidad” es más suave que la palabra original del Nuevo Testamento. Debiera leerse “descaro” o “desfachatez”.
Dios por supuesto, no es para nada reacio a darnos el Espíritu.
La pregunta es: ¿Estamos tan deseosos de tenerlo que no solo no aceptaremos un “no” por respuesta, sino tampoco dejaremos su presencia hasta que se abra la puerta?
Si incluso una persona irritada responde ante el descaro, nosotros podemos ser “descarados” con el misericordioso.
6. HONRAR EL TEMPLO DEL CUERPO: 1 CORINTIOS 6:19, 20
La Biblia enseña claramente que nuestro cuerpo es el templo, La morada del Espíritu Santo.
Esto también forma parte del mensaje adventista para el mundo: “Temed a Dios y dadle gloria” (Apoc. 14:7).
Dar gloria a Dios es honrarlo en lo que comemos y en lo que bebemos , o en cualquier otra cosa que hagamos (1 Cor. 10:31). El Espíritu Santo incluso afecta físicamente nuestro cuerpo.
“El Espíritu Santo… renovará todo órgano del cuerpo para que los siervos de Dios puedan trabajar aceptable y exitosamente. La vitalidad aumenta bajo la influencia de la acción del Espíritu”.
Si queremos el Espíritu Santo, si deseamos dar cabida a Dios en nuestra vida, simplemente no podemos tratar a nuestro cuerpo como queramos. ROMANOS 8:13.
No podemos comer lo que nos plazca y cuando nos plazca, usar y abusar de nuestro cuerpo ni trabajar hasta el cansancio, sin que esto afecte nuestra capacidad de percibir el amor y la voluntad de Dios para nuestra vida. (3 Juan 2).
“Cuando los hombres y mujeres se convierten de verdad, respetan concienzudamente las leyes de la vida que Dios ha establecido en su ser, y así tratan de evitar la debilidad física, mental y moral. La obediencia a estas leyes ha de convertirse en un deber personal… Debemos dar cuenta a Dios por nuestros hábitos y prácticas. Por lo tanto, la pregunta que debemos hacernos no es: ¿Qué dirá el mundo?, sino, ¿Cómo trataré yo, que pretendo ser cristiano, la habitación que Dios me ha dado?…Que todos examinen sus propias prácticas, para ver si no están complaciendo en lo que es un daño positivo para ellos. Que prescindan de cada placer malsano en comer y beber…Coloquen su práctica diaria en armonía con las leyes de la naturaleza, ya la hacer creer esto podrá crearse una atmosfera alrededor del alma y del cuerpo que será un sabor de vida para vida”. —Testimonies for the Church 6:369, 370 (1900). CRA 19
Si no tenemos ningún deseo de que Cristo habite en el templo de nuestro cuerpo, entonces ninguna otra cosa de la vida cristiana tiene sentido.
Preparado por Pr. Eleodoro Castillo.
Pensamiento de hoy
- Elena G. White
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